Gacho
gris
J. C. Barthe y A. Sarni
Gacho gris...!
compadrito y diquero,
fiel testigo de un tiempo de farra,
siempre fuiste mi buen compañero
a quien nunca he podido olvidar.
Requintado y echado a los ojos,
te llevaba en mis noches de taita,
y hoy la moda tan llena de antojos
te ha traído de nuevo a tallar.
Gacho gris,
arrabalero,
vos triunfaste como el tango,
y escalaste desde el fango
toda la escala social;
ayer solo el compadrito
te llevaba requintado
pero ahora, funyi claro,
sos chambergo nacional.
Desplazado
a una vida tranquila,
voy pa' viejo entregado a la suerte,
y por eso he llorado al tenerte,
gacho gris, otra vez frente a mi...
Es verdad que ya estoy maturrango
para usarte lo mismo que antaño,
sin embargo, contigo y un tango...
me parece que vuelvo a vivir!
Gacho gris,
arrabalero,
vos triunfaste como el tango...
Galleguita
A. P. Navarrine y H. Pettorossi
Galleguita
la divina
la que a la playa argentina
llego una tarde de abril
sin más prendas
ni tesoros
que tus bellos ojos moros
y tu cuerpo tan gentil.
Siendo buena
eras honrada
pero no te valió nada
que otras cayeron igual.
Eras linda galleguita
y tras la primera cita
fuiste a parar a Pigall.
Sola y en
tierras extrañas
tu caída fue tan breve
que como bola de nieve.
tu virtud se disipo.
Tu obsesión era la idea
de juntar mucha platita
para tu pobre viejita
que en la aldea quedo.
Pero un paisano malvado
loco por no haber logrado
tus caricias y tu amor
ya perdida la esperanza
volvió a tu pueblo el traidor
y envenenando la vida
de tu viejita querida
le contó tu perdición,
y así fue que el mes pasado
te llego un sobre enlutado
que en luto tu corazón.
Y hora te
veo
Galleguita
sentada triste y solita
en un rincón de Pigall
y la pena que me mata
claramente se retrata
en tu palidez mortal.
Tu tristeza es infinita.
Ya no sos la Galleguita
que llego un día de abril
"sin más prendas
ni tesoros
que tus bellos ojos moros
y tu cuerpito gentil."
Giuseppe
el zapatero
G. del Ciancio
El tique,
taque, tuque,
se pasa todo el día
Giuseppe el zapatero,
alegre remendón;
masticando el toscano
y haciendo economía,
pues quiere que su hijo
estudie de doctor.
El hombre en su alegría
no teme al sacrificio,
así pasa la vida
contento y bonachón.
Ay, si estuviera, hijo,
tu madrecita buena!
El recuerdo lo apena
y rueda un lagrimón.
Tarareando
la violeta
don Giuseppe está contento;
ha dejado la trincheta,
el hijo se recibió.
Con el dinero juntado
ha puesto chapa en la puerta,
el vestíbulo arreglado,
consultorio con confort.
El tique,
taque, tuque,
don Giuseppe trabaja.
Hace ya una semana
el hijo se casó:
la novia tiene estancia
y dicen que es muy rica,
el hijo necesita
hacerse posición.
El tique, taque, tuque,
ha vuelto don Giuseppe,
otra vez todo el día
trabaja sin parar.
Y dicen los paisanos
vecinos de su tierra:
Giuseppe tiene pena
y la quiere ocultar.
Gloria
A. J. Tagini y H. Canaro
Tenés
vento, sos un gran señor...
pero a mí no me vas a engrupir
con tus frases de mentido amor,
perdés tiempo, ya podés seguir.
Desde el pique, viejo, te juné
la intención de quererme comprar,
pero yo soy de buen pedigrée...
a otra puerta andá a golpear!
Viejito, salud,
podés espiantar!
que mi juventud no es flor pa' tu ojal;
la gloria que vos a mí me ofrecés
guardala mejor para otra mujer.
Mi pibe no es bacán de bastón
pero, has de saber, tiene corazón
y yo soy para él; pues bien yo lo sé,
no hay gloria mayor que la del amor...
Yo no quiero
farras ni champán
ni vivir en un petit hotel
y a la voituré que vos me das
yo prefiero un coche de alquiler,
y un consejo sano te daré
pa' ponerle al dialoguito fin:
que comprés un peine y te saqués
del altillo el berretín.
Gotas
de veneno
J. C. Welker y A. Tavarozzi
Yo quisiera
un tango hecho de ternura
que unos ojos negros me hiciera olvidar
ojos que me siguen siempre por la vida
y no me abandonan ni para soñar
con sus labios rojos y ojeras violetas
mi existencia fácil ella envenenó,
dejando a mi madre y a mi noviecita
comencé el camino gris de mi dolor.
Yo he gustado
el vino que adormece el alma,
yo también fui compadrón,
mi vida no tuvo ni un rayo
de calma que alumbrase
el cielo de mi corazón
hoy muero a la sombra de lo que ayer fuera
triste vivo de ilusión
tan sólo ella puso sobre mis quimeras
el triste gemido que da el bandoneón.
Pero en esta
vida la dicha termina
y mis penas pronto se disiparán
si la rosa muere se quiebra la espina
mis buenos amigos ya me olvidarán,
tan sólo imborrable quedará el recuerdo
ceñido al pasado de un modo tenaz
de aquella que un día vertió su veneno
en la fuente pura de mi ingenuidad.
Griseta
J. González Castillo y Enrique Delfino
Mezcla rara
de Museta y de Mimí
con caricias de Rodolfo y de Schaunard,
era la flor de París,
que un sueño de novela,
trajo al arrabal.
Y en el loco
divagar del cabaret
el arrullo de algún tango compadrón
alentaba una ilusión,
soñaba con Des Grieux
quería ser Manón.
Francesita
que trajiste pizpireta
sentimental y coqueta
la poesía de Quartier...
Quién diría
que tu poema de Griseta
sólo una estrofa tendría
la silenciosa agonía
de Margarita Gauthier.
Mas la fría
sordidez del arrabal
agostando la pureza de su fe,
sin hallar a su Duval
secó su corazón lo mismo que un Muguet.
Y una noche de champán y de cocó
al arrullo funeral de un bandoneón,
pobrecita se durmió,
lo mismo que Mimí,
lo mismo que Manón.
Guitarra
mía
L. Barcelata
Entre las
cuerdas de mi guitarra
que tañen tristes un gran dolor
buscan la vida notas del alma
quimeras locas de mi ilusión.
Son sus arpegios
el solo anhelo
que en mi existencia vibrando esta
como una estrella vibrando al cielo
como la espuma que vierte el mar...
Suena guitarra
querida... suena... suena...
dime en tu dulce sonido.... mi pena... mi pena..
llora el dolor que desgarra mi alma... mi alma..
canta que a mi me consuela
mi fiel compañera... mi dulce guitarra...
Tu sola me
quieres, tu sola eres fiel,
el mundo es traidor, el mundo es falaz,
tu cantas o lloras mi pena o placer...
tu sola me entiendes... tu sola nomás...
Guitarra mía...
suena...
Gajito
de cedrón
M. Prado y A. Navarrine Te
acordás que fue en domingo
que te vi por vez primera,
después de aquella carrera
que yo gané con mi pingo.
Se
bailaba en lo del gringo,
el puestero del bañao;
yo te miraba embobao
como zorro en gallinero
cuando gritó el bastonero: ...
"Pa' tuitos!... gato polqueao."
Yo
te dije con temores:
"Diga moza, ¿me acompaña?"...
Vos retrucaste con maña:
"Como no!... de mil amores...
"Vos
revoleaste las flores
de tu pollera escarlata,
yo empecé a menear la pata
y uno de tantos mirones,
dijo: "Voy diez patacones
al de las tabas de plata."
Terminó
el gato polqueao...
Se sentaron las parejas
y en un rincón varias viejas
hablaban de lo pasao...
Y yo que estaba a tu lao,
haciéndome el inocente...
te di un beso y de "ripente'
y una vieja oyó el chasquido
y dijo... "gaucho atrevido,...
Ya ni respeta que hay gente!"
Lindo
tiempo aquel canejo,
cuando entuavía me amabas
y a los bailongos llegabas
en ancas de mi azulejo.
Ya
solo queda el riflejo
de tantos lindos domingos,
te casaron con un gringo
que tenía mucha plata...
pero... esa carrera, ñata,
ya la había ganao mi pingo.
Garabatos
de mujer
M. Sastre y R. Sastre
Garabatos
de tu mano
que tan sólo entiendo yo,
signos brujos, signos magos
de la alquimia o del amor;
garabatos menuditos
que acorralan mi pasión
para que no entre el olvido
ni se escape la ilusión.
Escribime
cosas lindas
que me hagan parpadear,
escribime cosas lindas
para que pueda soñar;
si la tinta se ha corrido,
borroneas el renglón;
yo no sé si es un descuido
o una lágrima de amor.
Garabatos,
laberintos
donde pierdo la razón,
caminitos retorcidos
que marean el corazón;
garabatos de tu mano
con azúcar y limón,
garabatos de tu mano,
copetines de ilusión.
Gimiendo
J. P. López y L. Clozeau Mortet
Negros
barrotes de una cárcel
borraban para el mundo
la fama de un matón
fuerte en agallas y osadía,
en las grescas sangrientas a facón;
dos costurones cicatrices
cruzaban el escracho del matón,
testigos mudos de su acción.
Venga y escuche, carcelero,
que un taita arrabalero
su historia va a contar,
cuando el acero bien templado
manchó de rojo bata de percal.
Bailaba,
engrupida
por el ñato abrojo,
y manyé en sus ojos
le hablaba de amor;
perdí la cabeza,
relució la faca,
triunfó la destreza
y ganó el mejor.
Venga
y escuche, carcelero,
y llévele esta carta
que gime mi sentir,
que en las penumbras de la cárcel
un nuevo sol de amor puede lucir...
Diga que siempre la recuerdo,
que en medio del dolor de mi prisión,
la llevo aquí, en el corazón.
Diga a la ingrata que no vivo
que una nube de odio mi espíritu cegó,
y que la faca del malevo
por limpiar una mancha se empañó.
Golondrinas
A. Le Pera y C. Gardel
Golondrinas
de un solo verano
con ansias constantes de cielos lejanos...
Alma criolla, errante y viajera,
querer detenerla es una quimera...
Golondrinas con fiebre en las alas,
peregrinas borrachas de emoción...
Siempre sueña con otros caminos
la brújula loca de tu corazón...
Criollita
de mi pueblo,
pebeta de mi barrio,
la golondrina un día
su vuelo detendrá;
no habrá nube en sus ojos
de vagas lejanías
y en tus brazos amantes
su nido construirá.
Su anhelo de distancias
se aquietara en tu boca
con la dulce fragancia
de tu viejo querer...
Criollita de mi pueblo,
pebeta de mi barrio,
con las alas plegadas
también yo he de volver.
En
tus rutas que cruzan los mares
florece una estela azul de cantares
y al conjuro de nuevos paisajes
suena intensamente tu claro cordaje.
Con tu dulce sembrar de armonías
tierras lejanas te vieron pasar;
otras lunas siguieron tus huellas,
tu solo destino es siempre volar.
Gorriones
C. E. Flores y E. Pereyra
La
noche compadre
se ha ido barata
y pinta la guía
del sol en el cielo.
La luna es la bruja
fulera que raja
y el sol una rubia
que se suelta el pelo.
El sol es la diana
que trae la alegría,
la suave alegría
de la vida nueva.
La pilcha caliente
que se pone el día
cuando sale triste
de su oscura cueva.
El sol es el poncho
del pobre que pasa
mascando rebelde
blasfemias y ruegos,
pues tiene una horrible
tragedia en su casa
tragedias de días
sin pan y sin fuego.
Nosotros gorriones
del hampa gozamos
su amistad sincera
en días de farra.
!Que importa la guita
si adentro llevamos
el alma armoniosa
de veinte guitarras¡
Nosotros cantamos
con nuestra miseria
el hino(sic) a los libres
del verso sonoro
sin tenerle envidia
al canto miseria
del pobre canario de la jaula de oro.
Nos queman las alas
las luces del centro
por eso el suburbio
tranquilo buscamos
y cuando la pena nos talla
por dentro cantamos más triste
pero igual cantamos.
La vida fulera tan mistonga y maula
los tachos rebeldes como los gorriones
que mueren de rabia dentro de la jaula
y llenan las plazas de alegres canciones
marchamos sin Norte, sin rumbo marchamos
que importa el camino
si adentro llevamos el alma armoniosa
de veinte guitarras.
Guaminí
E. Cárdenas y G. Barbieri
Para
que quieres volver
si ya del viejo amor
no existe la alegría.
Si toda mi juventud
rompió en el sueño azul
de glorias y de esplendor.
Nada queda de ese ayer
que fuera mi ilusión,
viviendo junto a ti.
Y acaso Guaminí
no olvides mujer
que te redimí…
Lo
curioso, flor de fango,
yo fui quien te llevó
hasta tu hogar,
y con mi nombre borré
las sombreas que de tu ayer
tu viniste hoy a enredar.
Pero en cambio te has llevado
mi honradez, al bajo lo bacán,
prefiriendo ser lo que eras
la triste ramera
del bajo arrabal.
Y he empezado a sucumbir
de mi amoroso afán,
la dicha del pasado
y en mi oscuro porvenir,
la dicha de vivir
ya nunca volverá.
Pero siempre evocaré
tu torpe proceder,
tu gesto de falsía
y en un desgarrador
grito de dolor
te perdonaré.
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