El
lugar de nacimiento y parte de la juventud de Gardel astán rodeados
de un misterio proporcional a la fama que alcanzó. Esas zonas grises,
por él fomentadas, reforzaron el atractivo de su personalidad y
el mito.
Alumnos
del Colegio Salesiano San Carlos, luego Pío IX, (1902). Sentado
en el banco, y señalado con una flecha aparece Carlos Gardel. Algunos
suponen que el chico que aparece abajo, también señalado,
es Ceferino Namuncurá.
Esta
foto de Gardel niño fue entregada por Berthe Gardés, su
madre, para su publicación.
Carlos
Gardel y José Razzano, paseando por la rambla de Mar del Plata.
GARDEL
ÍDOLO: LA LLAMA SIGUE VIVA
En estos últimos tiempos, la verdadera nacionalidad del Morocho
del Abasto ha encontrado eco en los investigadores y suscitado polémicas,
libros y artículos periodísticos. La inquietud se
ha proyectado a congresos internacionales sobre el tango; en un
de ellos celebrado en México, un representante uruguayo habló
alrededor de cinco horas, con el apoyo de diapositivas, para demostrar
que Gardel había nacido en Uruguay, y lograr que el Congreso
lo declarar uruguayo.
Ello demuestra que el mito gardeliano se prolonga a través
del tiempo adquiriendo otras proporciones, pero siempre manteniendo
la llama viva del cariño que ha sabido ganar en el alma de
muchos pueblos, sobre todo los rioplatenses, que lo veneran por
sus innatas condiciones entroncadas con los sentimientos populares.
Es por eso que la polémica sobre su nacionalidad está
exenta de toda especulación: algo para tener en cuenta en
esta época es que se hace culto a lo mundano.
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Da
la impresión de una existencia transparente, la de un muchacho
arribado a estas playas siendo una criatura, que desde su origen humilde
escaló a la gloria y a la inmortalidad gracias a la magia de su
canto y el magnetismo de su figura. Tiene la aureola de una existencia
de triunfos, pero simple, sin fisuras. Y contribuye al mito, enraizado
con el alma del tango y las esperanzas del lumpenaje sobre el éxito
en la vida. Alienta, además, a que “cualquier cacatúa”
parado en la esquina criolla sueñe con su pinta. Es, de alguna
manera –y como se dijo- parte de un sueño colectivo. Para
algunos no se debe profundizarlo: los ídolos se idolatran, no se
analizan, y se los quiere, se los acepta con sus luces y sombras. Pero
son muchos los enigmas que trotan a lo largo de su existencia; aún
quedan cosas por descubrir que invitan a internarse por el laberinto de
rutas desconocidas. Su vida es demasiado rica en misterios, un desafío
para los investigadores, un acicate para los curiosos. Su paso por este
mundo está entrecruzado por contradicciones, períodos en
blanco, pistas falsas y hasta silencios cómplices. Y uno de los
enigmas más acuciantes es el lugar real de su nacimiento, asociado
a la verdadera fecha en que se produjo. Para algunos es de origen francés,
para otros, uruguayo, para nosotros es argentino por adopción.
Los gardelianos ortodoxos siguen creando en su nacimiento en Toulouse,
los uruguayos amantes del tango no dudan de que es oriental… Para
los argentinos es un ídolo, cualquiera sea el lugar de su nacimiento.
Sólo los que hacen de la investigación un culto se ocupan
de descifrarlo.
La
polémica sobre su verdadero origen
Un documento a primera vista daría por tierra con toda clase de
duda. La letra fría del acta de nacimiento –asiento número
2481- del Registro Civil de Toulouse dice que el 11 de diciembre de 1890
a las 2 de la mañana, en el 78 de la calle Reclusane, villa de
Toulouse, departamento de Haute-Garonne, Francia, nació Charles
Romuald Gardés, hijo natural de Berthe Gardés, soltera,
nacida en Toulouse, con domicilio en el 4 de la calle Canon d’Arcole.
(Ver) La historia convencional
sigue así: Berthe Gardés, a dos años y dos meses
de ese nacimiento, viajó junto con su pequeño Charles a
nuestro país. Luego de vivir ambos en un conventillo de la calle
Uruguay se mudaron a la casa de Jean Jaures, en le barrio del Abasto.
Charles Romuald dejaría de lado el segundo nombre y con el castellanizado
Carlos y el Gardel se proyectaría a la aventura del canto, primero
formando dúo con Razzano, luego solo, alcanzando el éxito
por todos conocidos. Su muerte, en pleno apogeo de la fama, motorizó
el mito. Así de simple.
¿Por qué, entonces, persiste la polémica sobre el
origen?... el acta de nacimiento tendría que ser la prueba contundente,
irrefutable, de su nacimiento en Toulouse. Para los gardelianos de la
vieja guardia poner en duda que era francés es como una herejía,
por el solo hecho de que el mito está unido a esa nacionalidad;
pero entrelazado con el Zorzal Criollo. Pero es la verdad la que debe
dar el veredicto final.
¿Cuáles son los argumentos que esgrimen quienes niegan la
nacionalidad francesa de Gardel? Son varios, lo que complica la situación.
Y tienen un solo objetivo: probar que Gardel nació en Uruguay,
en Tacuarembó más precisamente.
El historiador uruguayo Erasmo Silva Cabrera que ha escrito varios libros
sobre el tema da como año de nacimiento mucho antes de 1890, en
Tacuarembó, y como hijo natural del Coronel y terrateniente Carlos
Escayola. Sobre la madre no da informes precisos, sólo suposiciones.
El niño no fue anotado en el Registro Civil y entregado a Berthe
Gardés, empleada en una estancia de los Escayola, junto con una
suma de dinero, quien posteriormente habría regresado a su pueblo
natal, Toulouse, quedando al cuidado de Anais Meaux, también francesa.
Tres años después, Berthe Gardés volvió a
Sudamérica, esta vez a Buenos Aires, trayendo un hijo natural,
el Charles Romuald Gardés ya citado. Otra versión da como
posibilidad que la madre fue Berthe Gardés y el padre el citado
Escayola. En ambos casos, el niño nacido en Tacuarembó es
el verdadero Gardel; en consecuencia, Charles Romuald Gardés sería
otro hijo natural de Berthe Gardés. (1)
Charles Romuald Gardés adquiere entonces las características
de un fantasma de acuerdo con tales afirmaciones, ya que nada se sabe
de él desapareciendo de la escena como por un acto de magia para
dar lugar a Carlos Gardés nacido en Tacuarembó que, según
los que sustentan la tesis de su nacionalidad uruguaya, con el tiempo
suplantaría al hijo natural de Berthe. No es fácil creer
en tal aseveración, máxime cuando no hay pruebas. Tendríamos
que suponer que Berthe Gardés aceptó el cambio sin interesarse
por el destino de Charles Romuald que, según esa especie, habría
desaparecido sin dejar rastros. En realidad hay un lapso oscuro que abarca
casi seis años (1904-1910). En ese lapso, no hay huellas de Berthe
ni de Charles Romuald-Carlos Gardel. Y es, precisamente, el señalado
por los gardelianos prouruguayistas para determinar que fue en esa época
en que se produjo la suplantación.
Esta tesis, por así llamarla, es refutada por los que sostienen
que Charles Romuald Gardés y Carlos Gardel son una sola persona.
Las constancias obrantes en los colegios en donde cursó los grados
primarios prueban que fue anotado como Carlos Gardés –en
algunas inscripciones figura “Gardez”- pero a pesar de ello
hay dudas, particularmente porque el año de nacimiento de Charles
Romuald, según el acta de Toulouse, no coincide con otras evidencias
de las que hablaremos más adelante.
Otro uruguayo que se ocupa del tema es el abogado y diplomático
Eduardo González Paisse. En un libro suyo –Carlos Gardel,
Páginas abiertas- manifiesta que el nacimiento de Charles Romuald
sería posterior a las estadías de Berthe Gardés en
el Uruguay (al igual que Silva Cabrera, sostiene que estuvo en ese país
antes de radicarse en el nuestro). Dice que en un viaje anterior, efectuado
entre fines de 1882 y 1884, acompañada de compatriotas –Odalie
Duchas de Capot con su hijo Esteban Cirilo de muy corta edad y Anais Beaux-
desembarcó en Montevideo; de allí fue a Tacuarembó
a buscar trabajo. Luego vuelve a Toulouse, embarazada en Tacuarembó.
En Toulouse nació Charles Romuald. Hace otro viaje, esta vez a
Buenos Aires, el de 1893, junto con su hijo, y es recibida por Anais Beaux
quien le da trabajo pasando a habitar el conventillo de la calle Uruguay
162 y da como “posible” que al volver al Río de la
Plata debía saldar la deuda pendiente con Escayola, su protector
de Tacuarembó, adoptando al hijo natural de éste, o sea
quien se proyectaría con el nombre de Carlos Gardel.
González Paisse coincide en muchas cosas con las afirmaciones de
Silva Cabrera, sobre todo en cuanto al padre, el citado Escayola. La madre
–según este autor- “sería” una mujer de
la propia familia de Escayola; añade: “relación seguramente
adulterina, quizás incestuosa, que hubo que silenciar a toda costa”.
El nombre: María Lelia Sguirla, “de entre 12 y 13 años”.
Como puede apreciarse son argumentos plausibles, pero carentes de comprobación;
Silva Cabrera, entre otros testimonios, cita al de la madre de Leguisamo,
quien asegura que en los años 1900, 1901 y 1902, Gardel era famoso
en Tambores y otras localidades de Tacuarembó por su afición
al canto, al que se lo conocía como El Zorzalito. Para que ello
fuera posible la fecha de nacimiento debía ser de muchos años
atrás. Además, con el nombre de Carlos Gardés y como
hijo natural de doña Berthe en esas fechas figura anotado en dos
colegios: el Superior de Niñas (Talcahuano 672) con 7 años
de edad, luego en el Colegio Pío IX en los años 1901 y 1902.
Pero también hay otras referencias que confunde: que en 1902 se
encontraba al servicio de la familia Baldasarre trabajando como conductor
de un vehículo tirado por caballos. Según Julio de Caro,
el abogado Pedro Baldasarre en ese año le había dado dinero
al presunto Carlos Gardés para que viajara al Uruguay para gestionar
sus documentos; asimismo hay otras versiones: que en tal época
se encontraba trabajando como tramoyista en un teatro donde trabó
amistad con Elías Alippi, a la vez que estudiaba con Tita Rufo.
Tales coincidencias se encuentran en muchas partes de la existencia de
niño que con el nombre de Carlos Gardés comienza sus estudios
primarios en la citada Escuela Superior de Niñas, situada a pocas
cuadras de Uruguay 162, donde en esa época residía con Berthe
Gardés. Y cabe preguntar cuál de ellos era el Gardel cantor.
Algunos niegan que el Carlos Gardés que estudiaba en 1902 en un
colegio salesiano tenga algo que ver con el Morocho del Abasto. Pero hay
dos elementos de juicio que requieren atención: ese Carlos Gardés
obtiene un premio de Alabanza por su excelente actuación en el
coro, según nos informó el director del archivo de ese colegio,
R. P. Baratta, aunque no se destacó como solista. Si se acepta
una versión, perdió en un concurso de canto que ganó
el alumno Camerino Namuncurá. Cabe también la posibilidad
de que hayan existido dos Carlos Gardés, como sostienen algunos
gardelianos: uno, hijo natural, y el otro adoptivo, de doña Berthe
Gardés; el último sería el hijo natural del coronel
Escayola y de mayor edad. Pero ante esta suposición se interpone
otro enigma: el Carlos Gardés del Pío IX fue el mismo que
con el tiempo cumpliría una condena en un presidio de Tierra del
Fuego, sobre lo cual nos ocuparemos en otra parte de este trabajo, y que
sin duda es el Gardel famoso.
El
alumno Carlos Gardés
En el mencionado colegio salesiano San Carlos, luego Pío IX, hemos
hallado fotocopias de documentación que registran a Carlos Gardés
o Gardez. Lo primero que llama la atención es que en la planilla
de inscripción donde dice impreso “Nacionalidad” está
en blanco, lo que hace suponer que la persona que lo inscribió
la ignoraba; también llama la atención que hubiera permanecido
sin llenar, como si hubiera existido un convenio tácito o, en último
caso, como si hubiera sido borrada, lo que no se ha podido establecer
ya que en el archivo hay solamente fotocopias.
De acuerdo a lo que se puede saber a través de tales elementos
la internación costó 15 pesos el primer año y 20
el segundo, sumas que en aquellos tiempos eran de cierta importancia.
El alumno Gardés alternó los estudios con trabajos de taller
y artesanía, entre ello tipografía; otro documentos dan
a conocer que era bueno en composición, dictado e historia sagrada
y mediocre en aritmética, y que recibió el ya mencionado
“Premio Digno de Alabanza”. El promedio general de calificaciones
de ese primer año es de 7, con el concepto de “alumno inteligente,
receptivo”. No encontramos ningún manuscrito de ese alumno,
lo que nos hubiera permitido un peritaje caligráfico comparativo
con la letra del Gardel cantor. Carlos Gardés pasa a continuar
sus estudios primarios en el Colegio San Estanislao, en 1904, donde cada
vez obtiene mayor puntaje en todas las asignaturas. En esos días
se hace “la rabona” y aparece en Florencio Varela, localidad
en que es detenido por la policía por vagancia. Hay un acta policial
sobre este procedimiento.
Carlos Gardés, nacido en Tacuarembó, hijo del Coronel Escayola
y madre no identificada; Charles Romuald Gardés, nacido en Toulouse.
Sobre el primero no hubo –o ha desaparecido- su inscripción
en el registro civil; sobre el segundo hay un acta que da fe de su nacimiento.
En caso de que sea real tal dualidad, ¿cuál de ellos es
Carlos Gardel? Si existió un Charles Romuald Gardés que
no fue Carlos Gardel, vuelve a imponerse la pregunta: ¿qué
fue de su vida? Porque los que sostienen la dualidad jamás dieron
prueba ni de su existencia ajena al Gardel cantor ni de su misteriosa
desaparición. En cierta época se lo asoció a un Charles
Gardés que integra la lista de los nativos de Toulouse caídos
en la Primera Guerra Mundial, pero posteriormente se supo que se trataba
del hermano menor de Berthe Gardés quien perdió varios familiares
en esa contienda.
En definitiva, hay dudas justificadas sobre tal dualidad; pero también
hay dudas justificadas sobre la fecha de nacimiento del Zorzal criollo.
Si en realidad fue en 1890, las contradicciones y disparidades son muy
evidentes. Una de ellas: a fines de 1927, Gardel envía una carta
a Razzano pidiéndole que desaliente a Isabel del Valle de sus esperanzas
de casamiento. “Yo voy a cumplir 40 años –dice- y además
tengo espíritu de dar vueltas todavía”. Obviamente,
esa edad establece como año de nacimiento 1887. Además,
la documentación que gestionó Gardel –de la que hablaremos
más adelante- registra ese año como el de nacimiento.
El propio Razzano le manifestó a García Jiménez para
su biografía de El Morocho del Abasto que había nacido en
1887 en Toulouse, pero que había sido anotado en 1890. Y Terig
Tucci, en su libro Gardel en Nueva York, deja asentado: “En 1935,
Gardel tenía, según él mismo, 48 años de edad”.
Cabe acotar que en la referida acta de Toulouse no consta la defunción
de Charles Gardés. Para Colombia, la persona que falleció
el 24 de junio de 1935 en Medellín es Carlos Gardel, uruguayo,
nacido en Tacuarembó y ciudadano argentino naturalizado. Así
consta en la partida de defunción expedida por el Registro Civil
de Medellín, redactada en base a la documentación con que
había viajado Gardel a ese país.
La
documentación de nacionalidad uruguaya y el testamento
Existe documentación gestionada por Gardel que establece que nació
en Tacuarembó el 11 de diciembre de 1887; coincide, pues, el día
y el mes, pero no con el año y la nacionalidad con el acta de Toulouse.
Y llama la atención que el Zorzal Criollo hubiera elegido precisamente
Tacuarembó, y que con tal documentación hubiera obtenido
la ciudadanía argentina, cuando la podía haber gestionado
directamente con la francesa, lo cual era lo más lógico,
ya que en el testamento se reconoce francés. Al respecto, algunos
gardelianos aducen que Gardel carecía de documentación francesa,
por lo que tuvo que recurrir a documentos fraguados.
En el testamento que redactó Gardel de su puño y letra –salvo
mejor opinión- declara ser Charles Romuald Gardés, de nacionalidad
francesa, hijo de Berthe Gardés; no menciona la ciudadanía
argentina. En el texto todos los datos coinciden con la precitada acta
de nacimiento, lo que ahonda la confusión, para lo cual hay dos
explicaciones: a) Gardel omitió la documentación uruguaya
que, recordamos, presentó para obtener la carta de ciudadanía
argentina y omitió su naturalización para evitar complicaciones
a Berthe Gardés por si llegaba a fallecer antes que ella y b) el
testamento, como muchos afirman, es falso, acusación que pesa directamente
sobre su apoderado Armando Delfino. Aducen que fue presentado tres meses
después del deceso de Gardel y que era un testamento innecesario
porque la única heredera era Berthe Gardés. Cabe acotar
que en su texto hemos observado tres actos de acuerdo a un análisis
de tipo freudiano. Toulouse está escrito “Tolouce”,
dos errores en su presunto lugar de nacimiento, y también hay un
borrón antes del nombre de Berthe, como si hubiera empezado poniendo
otro nombre o el de Berthe mal escrito. A la muerte de ésta - de
acuerdo con las disposiciones que contiene- la herencia pasó a
Delfino, su apoderado y albacea. (2)
El
argumento de la “deserción”
Algunos historiadores gardelianos se aferraron a la explicación
que la documentación donde figura Gardel con nacionalidad uruguaya
y nacido en 1887 obedecía a que era infractor - desertor, como
se dijo, ya que desertor es el que deserta estando incorporado- al no
presentarse en Francia en la movilización por la guerra de 1914;
argumento inconsistente, ya que, como fue probado, Charlos Romuald no
figuró en el fichero de reclutamiento por lo que no fue llamado
a las filas, por no estar incluido en el censo general de Toulouse, por
haberse ausentado en 1893.
Además, según las leyes francesas la movilización
por guerra comprende a los franceses residentes en países limítrofes,
no a quienes emigran a los de ultramar. Y cabe acotar que Charles Romuald
era hijo único de madre soltera, y no creemos que en ninguna parte
del mundo existan leyes que no contemplen esta situación en las
excepciones, como se contempla en el caso de hijo único de madre
viuda. El Zorzal Criollo pudo con el correr de los años visitar
a los familiares de Berthe Gardés –las dudas impiden afirmar
sus familiares- en la propia Toulouse, llevar el tango a París,
sin ninguna clase de impedimento, porque no pesaba sobre él ninguna
ley en ese país.
La
documentación sospechosa
El 1 de marzo de 1923, Gardel gestiona la ciudadanía argentina
en documento en que figura de nacionalidad uruguaya –nacido en Tacuarembó-
documento expedido por el Consulado General de la República Oriental
del Uruguay, el 8 de octubre de 1920 –es decir tres años
antes de tal gestión- y que certifica que con el número
10.052 se halla inscripto Carlos Gardel en el Registro de Nacionalidad
y Ciudadanía de Tacuarembó. La edad de Gardel asentada en
ese documento es de 32 años.
En la primera libreta de enrolamiento, figura hijo de Carlos y Berta Gardel,
nacido en Tacuarembó el 11 de diciembre de 1887. En otra, la libreta
de enrolamiento argentina, extendida con fecha 21 de junio de 1927, figura
nacido en el mismo lugar y fecha, pero hijo de Carlos y María Gardel.
La ficha electoral argentina deja asentado que Gardel nació en
la referida fecha y el referido lugar, que se enroló en la oficina
enroladota de la sección 10, distrito militar N° 2, y que es
de profesión artista, domiciliado en Rincón 127, Capital
Federal.
La carta valable, extendida en París el 16 de marzo de 1931, asienta
la nacionalidad uruguaya, hijo de Carlos y María Gardel, nacida
en Mendoza. En toda esta documentación figura como Carlos Gardel.
Esa documentación que coincide con una misma fecha y un mismo lugar
de nacimiento, no tuvo como fin –como ya expresamos- burlar una
ley de Francia. Por último, señalamos que ninguno de los
investigadores uruguayos encontraron en los registros de Tacuarembó
alguna sobre el nacimiento de Gardel en esa ciudad. (3)
Lo que dijo Gardel
Veamos ahora las declaraciones de Gardel sobre su nacionalidad. Silva
Cabrera da muchas referencias, inclusive de personas que dicen haber escuchado
de sus labios afirmaciones de que era uruguayo, y hasta una en que contesta
que su padre fue el coronel Escayola. Nos limitaremos a unas pocas que
están avaladas por nombres de diarios y las fechas de las ediciones.
En el diario Imparcial de Montevideo (13 de julio de 1930) en un reportaje
firmado por Segundo Bresuano titulado “Gardel es uruguayo, nacido
en Tacuarembó. Amenas y originales declaraciones”, dice Gardel:
“Mire, a mi no me conviene que publique que nací en Tacuarembó,
pero haga lo que quiera”. En la revista Cancionero (18 de noviembre
de 1931), o sea cuatro meses después, el cantor declara: “Puedo
decir que mi país es Argentina”. El periodista pregunta:
“¿Pero nació usted allí?”. A lo que contesta:
“No creo que esto interese verdaderamente”. El periodista
insiste: “Se dice de usted que es uruguayo”. Gardel sonríe
y pide que no se toque ese punto. “¿Es usted francés?”…
“No amigo, soy rioplatense” en octubre de 1933 declara a un
periodista de La Tribuna Popular de Montevideo: “Nací en
Tacuarembó”. El 26 de ese mismo mes y año aparece
esta afirmación suya en El Telégrafo de Paysandú:
“Un artista, un hombre de ciencia, no tiene nacionalidad. Un cantor
tampoco. Es de todos y su Patria es donde oye aplausos; pero ya que insiste,
uruguayo, nacido en Tacuarembó”.
En el periódico Puerto Rico Ilustrado (6 de abril de 1935) –un
mes antes de su trágica muerte- manifiesta ser porteño “como
dicen en mi país. Nací en Buenos Aires y no quiero recordar
la fecha”. Terig Tucci, en su libro sobre Gardel en Nueva Cork,
cuenta que, cuando le presentó al pianista uruguayo Abraham Thevenet,
al mismo tiempo que extendía su mano, expresó: “Mucho
gusto, yo también soy oriental”. Asombrado, Thevenet le inquirió
el lugar exacto de su nacimiento, y ésta fue la respuesta: “En
Montevideo. Calle Rondeau”.
Podríamos abundar sobre este tipo de declaraciones en las que oscila
entre nacido en Tacuarembó, Montevideo, a veces en Buenos Aires;
y lo que también hasta asombra es que algunos de sus más
íntimos amigos dan la impresión de haber adoptado una actitud
similar. El ejemplo más impactante es el de Eugenio Guibourg, que
en libros y reportajes afirmó haber conocido a Gardel en sus años
del Abasto, donde se lo apodaba “EL Francesito”, y en la nota
periodística que escribió para un periódico a raíz
de la trágica muerte del Zorzal, da la posibilidad de hubiera nacido
en Punta Arenas (?).
Berthe
Gardés: otro misterio
Berthe Gardés efectuó dos denuncias policiales sobre la
desaparición de Carlos Gardel, pero no cuando desapreció
seis años, entre 1904 y 1910, período clave para los que
afirman que alrededor de ese lapso se produjo el cambio. En reportaje
a La Canción Moderna (luego Radiolandia), manifestó que
Carlos Gardel se había ausentado del hogar a los 14 años
de edad a Montevideo. Añade que no volvió a tener noticias
de él y que perdió las esperanzas dándolo por muerto,
y que un día –casi seis años después- alguien
le dijo que lo había visto cantando en un café y lo mandó
a llamar.
Asombra su pasividad y aceptación de que había fallecido
sin siquiera hacer algo para encontrarlo ni efectuar la denuncia policial;
también no fue inmediatamente al lugar donde cantaba, como sería
lógico en una madre después de seis años de ausencia,
sino que lo mandó a llamar. Y ése es el momento, precisamente,
en que según algunos gardelianos, se habría producido la
suplantación Carlos Gardel cantor por el desaparecido, por motivos
sentimentales y psicológicos; pero todo seguirá en la penumbra
hasta que no se encuentren las pruebas concluyentes. Acotamos que sobre
ese momento hay más oscuridad aún: en una conversación
que mantuvo con un uruguayo, Berthe Gardés, después de decirle
que Carlos había nacido en Montevideo pero no sabía en qué
lugar de esa ciudad –o sea que presunta madre ignoraba el lugar
en donde había dado a luz- dice sobre el reencuentro después
de seis años de ausencia que poco a poco se fue quedando a vivir
con ella hasta que se quedó definitivamente.
Siguen las contradicciones: en una de las denuncias policiales mencionadas,
doña Berthe se declara “viuda de Gardés”, y
da los siguientes datos sobre el hijo desaparecido: 22 años, francés,
cicatriz debajo de la oreja derecha, trigueño, alto, grueso, cabello
castaño oscuro. En primer lugar el Morocho del Abasto no era alto,
sino de regular estatura, y usaba calzado con taquito militar –de
moda en esa época- para aparentar mayor estatura. Pero lo que más
llama la atención es la cicatriz debajo de la oreja derecha, cuando
en los documentos posteriores figura sin seña particular alguna.
Lo de declararse viuda es una exactitud de fácil comprensión:
en aquellos tiempos de estúpidos prejuicios decir madre soltera
avergonzaba.
Otro caso extraño es que Gardel, tan afecto a fotografiarse con
amigas y amigos, no aparece en ninguna fotografía junto a Berthe
Gardés. Sólo hay dos en que está junto a su retrato
(hay versiones que hablan de fotografías trucadas). Sus largas
ausencias hicieron que la relación fuera distante, inclusive careció
de correspondencia; sólo se ocupaba de que no le faltara nada económicamente
a través de sus apoderados, primero Razzano y luego Delfino.(4)
Por lo demás, la imagen de su juventud de muchacha simple, pueblerina,
que se le adjudicó, pierde efectividad ante otras declaraciones
suyas sobre que antes de tener a Charles Romuald había ya viajado
a Sudamérica, precisamente a Venezuela, junto a su madre, intentando
ganarse la vida en un negocio de fabricación de sombreros, lo que
habla de su audacia y espíritu de aventuras.
Más
enigmas
Es muy contradictoria la actitud de su apoderado Armando Delfino. En su
libro dice: “Nunca supe, porque mi discreción no me lo permitió,
lo que lo llevó a alterar su nacionalidad. Sólo me preocupé,
a su pedido, de aclarar el hecho, para que en caso de fallecimiento, su
señora madre no tuviera inconvenientes, y me pareció que
la mejor forma era el testamento hológrafo”. Aparte de que
resulta difícil aceptar que apoderado y amigo de confianza desconociera
el motivo de esa documentación, el propio Delfino figura como testigo
en el acta traslativa de dominios de terrenos adquiridos por Gardel en
el Uruguay, más precisamente en Carrasco, para lo cual presentó
documentación uruguaya. Y es oportuno añadir que en los
trámites sucesorios de los bienes que poseía Gardel en ese
país, también se hizo valer la documentación, lo
que contó con la aceptación de justicia uruguaya.
Los que sustentan que el testamento no fue escrito por Gardel, señalan
que Delfino testó a favor de Razzano lo cual, obviamente, disgustó
a su esposa (la de Delfino).
Hallazgo
Nuestra intención fue dilucidar el verdadero lugar y fecha en que
nació el Zorzal Criollo, pero es sabido que los que investigan
muchas veces suelen encontrar lo que no buscan. El enigma en este caso
consiste en la afirmación –negada casi unánimemente
por los gardelianos- de que Gardel había cumplido una condena en
el sur.
La revista Platea, edición del 29 de julio de 1960, publica
un reportaje al R. P. doctor Raúl Extraigas, en el que cita al
padre salesiano Gianantonio, que solía decir: “El mejor de
mis presos es un ex alumno del Pío IX” (Carlos Gardel). El
nombrado sacerdote era capellán en el penal de Tierra del Fuego.
La escasa difusión que tuvo esa revista hizo que tan importante
comprobación pasara inadvertida. Y aquí vuelve a asomar
el enigma: si el citado sacerdote recuerda a Carlos Gardés alumno
del Pío IX identificándolo con el famoso cantor, no quedan
dudas de que fue el cursante de esa casa de estudios en los años
1902-1903, por lo que en esos momentos quien estaba al servicio de la
familia Baldasarre era otra persona; como también era otra persona
quien por aquellos años estaría trabajando como tramoyista,
recibiendo lecciones de canto de un profesor italiano y trabando amistad
con Elías Alippi. A menos que el Zorzal Criollo tuviera la facultad
de bilocación (estar en varios lugares a la vez). Aquí vemos
la mano de la imaginación, no mal intencionada, que abonó
la leyenda; también cabe suponer por parte de algunos descosos
(sic) de asignarle al Zorzal una determinada nacionalidad, la acomodación
de referencias, cambiando fechas. Pero el enigma, pese a ciertas comprobaciones,
subsiste…
Volvamos al paso de Gardel por el penal del sur. Recordemos que por aquella
época estaba vigente una ley (3.335) que facultaba que a los que
cometían delitos, aunque fueran de menor importancia, pero que
reincidían, se les aplicara el arresto a cumplir en Tierra del
Fuego. Hemos visto en diarios de la época sentencias de tal carácter
por robos reiterados; en consecuencia, se le debe prestar atención
a un tal Carlos Garderes (prontuario de identificación N° 15.861,
expediente 55.233) que algunos relacionan con el famoso cantor. Hemos
tratado de encontrar los antecedentes penales de esta persona, pero nuestras
averiguaciones en el Archivo de la Junta de Estudios Históricos
de la Policía Federal y en la Dirección General de Institutos
Penales fueron infructuosas. Cabe recordar que hay afirmaciones de que
el prontuario de Gardel fue “limpiado” quedando tan sólo
las dos actas por desaparición que hemos citado. Además,
dado el tiempo transcurrido, puede haberse incinerado. (5)
Pero también en este caso surge otro enigma: la firma de Carlos
Gardel en una postal junto a otros reclusos por motivos políticos
que regresaron con él en el mismo barco, está fechada en
1907.
En ese año, de acuerdo con el acta de Toulouse, Gardel tendría
que tener 17 años, por lo tanto era menor y no se lo podía
condenar, al menos en forma tan rigurosa. Sólo que en esa época
hubiera presentado otra documentación con mayor edad, por lo que
la nebulosa vuelve a cubrir la aceptación de un Gardel condenado
por delitos menores reiterados, pese a la palabra de un sacerdote y una
postal con su firma, junto con la otros militares radicales destituidos
y condenados por una revolución frustrada, lo que está históricamente
comprobado.
Recordamos lo aseverado por Juan José Sebreli en Buenos Aires,
vida cotidiana y alienación. Gardel estuvo prontuariado como ratero
y rufián.(6)
Cabe acotar que hemos recibido testimonios orales de descendientes de
guardiacárceles que corroboran tal condena.
Lo dicho se contradice con lo afirmado públicamente por el comisario
inspector Francisco Romay, ya fallecido, que llegó a ser director
del Centro de Estudios Históricos Policiales de Buenos Aires, autor
de Historia de la Policía Federal Argentina. Afirmó a varias
publicaciones periodísticas que Gardel no tuvo cuentas pendientes
con la justicia.
“De haber sucedido yo tendría que haberlo sabido, porque
en ese tiempo yo era subcomisario de la Novena Seccional de Policía,
que correspondía, justamente, al sector donde quedaba el Mercado
de Abasto”.
Pero el Abasto no era el lugar exclusivo del delito.
Casi
final
Como manifestamos al principio, hay muchos aspectos sin aclarar en la
vida del gran cantor. Subsiste la duda sobre una dualidad que puede ser
posible; pero hasta ahora no existen constancias fehacientes que arrojen
plena luz sobre las penumbras que envuelven la información que
se posee. Un enigma lleva a otro; un descubrimiento, suscita un nuevo
interrogante.
En consecuencia, hasta que no se encuentren documentos que prueben lo
contrario, se impone el acta de nacimiento de Toulouse. Se puede suponer
que haya sido anotado tres años después, como dijera Razzano,
pero los esfuerzos de quienes se vienen ocupando de probar otra nacionalidad
han sido vanos, pese a la enorme voluntad y capacidad puestas en juego.
Tenemos noción que al decirlo nos ganamos la antipatía de
los hermanos uruguayos que quieren que al Morocho del Abasto con la misma
devoción que los argentinos. Pero la verdad debe prevalecer sobre
los sentimientos.
Ello no significa que no exista la posibilidad de que el Zorzal Criollo
haya nacido en otro lugar y en otra fecha, pero en su existencia hay varias
cosas que no cierran, como se dice actualmente. Oscuridades, períodos
sin rastros, afirmaciones de haber desempeñado actividades que
coinciden con las que realizó en las mismas épocas en otros
lugares, documentación con datos sospechosos, ambigüedades,
como el nombre de los supuestos padres ambos con apellido Gardel, afirmaciones
sobre reencuentros que dan lugar a justificadas dudas, declaraciones al
periodismo que se contradicen, etc.
Si bien muchos lo hubieran querido rioplatense, como el tango, sin importar
la orilla del “río color del león” donde naciera,
debemos ajustarnos, reiteramos, alo que nos dicen los documentos y los
hechos registrados. Según ello nació en Toulouse, hijo de
doña Berthe Gardés, quien partió con su hijo desde
el puerto de Bordeaux, llegando a Buenos Aires en 1893; una ciudad que
aguardaba la voz que le cantaría a sus calles, su arrabal; a un
pueblo que 42 años después lloraría la muerte del
Zorzal con la congoja que conlleva la desaparición física
de un ser amado.
Además, como dijera Gardel en varias oportunidades, un cantor carece
de nacionalidad, se debe al pueblo que lo aplaude, que le brinda calor
humano. Con esta frase suya ponemos punto, no final, porque seguiremos
investigando.
Bibliografía
Collier, Simón, Carlos Gardel. Su vida, su música,
su época. Buenos aires, 1988.
De Caro, Julio, El tango y mis recuerdos. Buenos Aires,
1964.
Etchelbaum, Edmundo, Carlos Gardel. Buenos Aires, 1985.
Delfino, Armando, Carlos Gardel. La verdad de una vida.
Buenos Aires, 1971.
Masseroni, Luis, Gardel, su vida, su época. Buenos
Aires, 1985.
Matamoro, Blas, Carlos Gardel. Buenos Aires, 1971.
Paysse González, Páginas abiertas. Montevideo,
1968.
Silva Cabrera, Erasmo, El hombre y su muerte. Montevideo,
1968.
Sebreli, Juan J., Buenos Aires, vida cotidiana y alienación.
Buenos Aires, 1965.
El autor agradece la colaboración prestada por:
R. P. Humberto Baratta, director del archivo de la Congregación
Salesiana.
Junta de Estudios Históricos de la Policía Federal.
Dirección General de Institutos Penales.
Coleccionista Bruno Cespi.
NOTAS
(1) Silva Cabrera recoge la información
de que Berthe Gardés “vino a las minas de oro de Corrales
y otras de Tacuarembó y Rivera con inmigrantes y los ingenieros
franceses como lavandera y planchadora, época de la gran corriente
extranjera que atrajo la California Sudamericana”. Pero no aporta
datos sobre fechas, registros de desembarco, etc.
(2) Blas Matamoro, en su libro Carlos
Gardel, expresa: “¿Es falso el testamento atribuido a Gardel
y suscripto el 7 de noviembre de 1933? Razzano y otros así lo dejan
entrever…”
(3) También se habla de la existencia
de una cédula de identidad en la que Gardel figura nacido en Avellaneda,
el 11 de diciembre de 1890, conseguida gracias a la intervención
de Alberto Barceló y del entonces jefe de la policía de
la provincia de Buenos Aires, Cristino Benavides. Nótese que en
este caso el año de nacimiento es 1890.
(4) Sobre el apoyo económico que
recibía de Gardel basta recordar los más de diez viajes
que realizó a Toulouse en trasatlántico.
(5) Surge la pregunta: ¿por qué
no desaparecieron las dos constancias policiales levantadas a raíz
de a ausencia del hogar de Gardel; una cuando tenía 14 años
y la otra cumplidos los 22?
(6) Serbeli no aclara en qué documento
o constancia se basa para afirmarlo.
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