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Ofrenda gaucha - Ofrenda maleva - ¡Oh, París! - ¡Oh, penas mías! - ¡Oiga, amigo! - Ojos maulas - Organito de la tarde - Oro muerto (Jirón Porteño) - Oro y seda - Otario que andás penando

Ofrenda gaucha
J. M. Aguilar

Dentre’ e una nube’e ceniza
que a lo lejos se dilata,
salió una luna de plata,
temblando amor y sonrisa;
y como si fuera aprisa,
por los campos alumbrando,
llega y se queda mirando
la tapera silenciosa
donde la chinita hermosa
está a lo lejos mirando.

Junto al talar silencioso,
María la paisanita,
aquella linda criollita,
espera su bien dichoso
que es el gaucho más donoso,
el que supo conquistarla,
y que aura, para mimarla,
vendrá corriendo a la cita,
para contarle sus cuitas,
y pa’ poder abrazarla.

Lucero, el gaucho esperado,
llega en su pingo azulejo,
trayendo el ramo bermejo
de aquel ceibo perfumado
que su china le ha encargado
para engalanar su pecho,
pa’ renovar el deshecho,
que en su blusa está prendido
como un zorzal en su nido,
gozando de su derecho.

Ofrenda maleva
G.Gavazza y J.Font

En un bulín, cuatro velas
alrededor de un cajón;
en el cajón una muerta
y una imagen del Señor;
afuera, una noche oscura
de silencio aterrador;
y en el bulín, Juan Malevo,
más torvo que nunca,
llorando su amor.

Vida cruel y cobarde,
te has ensañado en mi mal
y no me das ni lágrimas
pa' poderla llorar;
vida maula y canalla,
traicionera y feroz,
me has basureao el alma
¡y me dicen que hay Dios!

En el bulín, las velitas
apenas si dan luz,
pero el sol, por una hendija,
se filtra hasta el ataúd;
el sudario de la muerta,
de blanco se ha hecho punzó
por la sangre del malevo
que, en duelo de fiera,
se abrió el corazón.

¡Oh Paris!
J. Caruso y J. Bohr

Mi adorado Paris
no te puedo olvidar
porque yo allí
aprendí a amar
en mi bella juventud
dorada que pase
entre risas y champán
y besos de mujer

Oh Paris, oh Paris de mi ensueño
oh Paris, oh Paris de mi amor
en tus calles eterno jardín de amor
se deshojan las rosas de la pasión
oh Paris, oh Paris de mi ensueño
oh Paris, oh Paris de mi amor
olvidarte no podré
cuando a ti yo volveré
oh Paris, oh Paris de mi amor

Oh Paris, ciudad luz
mi ciudad de placer
yo nunca te olvidaré
y muy pronto volveré
allí siempre estará
la dulce Midinet
brindando con su amor
un verso de Musset.

¡Oh penas mías!
M. C. Silva

¡Oh penas mías, de amor, crueles penas!
que en el tiempo se agigantan
y en los acordes de mi viola cantan,
cantan y lloran como el ruiseñor.
Lloran las luces cerca de tus ojos
para siempre en la partida
cantan borrachos de dolor, la herida
que cruel destino es mi
Mujercita que se encuentra
las noches en su cabeza
no es más negra que mi pena
y en las sombras de mi cielo.
Y en la triste soledad de mi alma
como de una poyetal estrella
llega la luz de tus ojos
a encender mi gran dolor.
¡Oh penas mías, de amor crueles penas!
que en el tiempo se agigantan;
y en los acordes de mi viola cantan,
cantan y lloran, como el ruiseñor
llora la extensa de sus ojos
para siempre ya perdidas
cantan borrachos de dolor la herida
que cruel destino en mi dejó.
Pobre juventud querida, que agonizas
poco a poco, por un amor imposible
por un amor otro loco.
Y al pensar que nunca serás mía
tu fatal recuerdo me perdido
y en las sombras de mi vida,
llevo oculto mi dolor.

¡Oiga amigo!
A. P. Navarrine y J. Navarrine

Sí, mi amigo, estoy llorando;
no se ría ni se asombre...
Desgraciado de aquel hombre
que no ha llorado una vez!
No crea que estoy borracho
Si usted supiera mis cosas,
tan tristes y dolorosas,
no se reiría; tal vez.

Que saben ni el mundo ni la gente
si yo tuve esposa y dos hijitos,
y si los dejé, por los malditos
hechizos de una mujer fatal ....
Usted nada sabe -ni le importa-
si mi burla resultó sangrienta,
si por vengar alguna infame afrenta
yo fui a la cárcel y ella, a un hospital.

No se ponga tan serio, mi amigo,
que lo que digo
no tiene valor...
De la cárcel se sale, y un día
también yo salía
Eso fue lo peor!
Como el ave que vuelve a su nido.
y lo halla destruido
sin saber por que
volví al mío y estaba desierto:
mi esposa había muerto
mis hijos no se...

Oiga, amigo! Hoy, entre sueños,
he visto a mis dos hijitos
tendiéndome sus bracitos
como pidiéndome pan...
Y total, usted que sabe
si es verdad lo que le digo..
Seque esos ojos, mi amigo,
que si lo ven se reirán.

Ojos maulas
Bernstein y Roldán

Lloran las guitarras con suaves acordes
arden los fogones con luz de ilusión.
Y hay dos ojos maulas que ingratos se esconden
de un mozo tostado más lindo que el sol.

Él sabe es secreto que guarda en su pecho
la infiel paisanita que lo trastorno.
Y canta empañando de pena sus versos
los tristes recuerdos de un día de amor.

Fue una mañanita, te acordás mi china
cuando la puntita del sol asomo.
Te encontré solita allá en las lisinas
vos me diste un beso y mil te di yo.

Te acordás mi china que amor nos juramos
y nos abrazamos con honda pasión.
Y después que pronto se hicieron cenizas
las dulces caricias de aquella ilusión.

Organito de la tarde
J. González Castillo y C. Castillo

Al paso tardo de un pobre viejo
puebla de notas el arrabal,
con un concierto de vidrios rotos,
el organito crepuscular.
Dándole vueltas a la manija
un hombre rengo marcha detrás,
mientras la dura pata de palo
marca del tango el compás.

En las notas de esa musiquita
hay no se que vaga sensación,
que el barrio parece
impregnarse todo de emoción.
Y es porque son tantos los recuerdos
que a su paso despertando va,
que llena las almas
con un gran deseo de llorar.

Y al triste son
de esa canción
sigue el organito lerdo
como sembrando a su paso
más pesar en el recuerdo,
más color en su ocaso.
Y allá se va, de su tango al son,
como buscando la noche
que apagara su canción.

Cuentan las viejas que todo lo saben
y que el pianito junta a charlar,
que aquel viejito tuvo una hija
que era la gloria del arrabal.
Cuentan que el rengo, que era su novio.
y que en el corte no tuvo igual,
supo con ella y en las milongas
con aquel tango reinar.

Pero vino un día un forastero
bailarín, buen mozo y peleador,
que en un a milonga
compañera y pierna le quito.
desde entonces padre y novio
van buscando por el arrabal,
a la ingrata muchacha,
al compás de aquel tango fatal.

Oro muerto
J. P. Navarrine y J. Raggi

El conventillo luce su traje de etiqueta.
Las paicas van llegando, dispuestas a mostrar
que hay pilchas domingueras, que hay porte
y hay silueta, a los garabos reos deseosos de tanguear.

La orquesta mistonguera musita un tango fulo.
Los reos se desgranan buscando, entre el montón,
la princesita rosa de ensortijado rulo
que espera a su Romeo como una bendición.

El dueño de la casa atiende a las visitas;
los pibes del convento gritan en derredor
jugando a la rayuela, al salto, a las bolitas,
mientras un gringo curda maldice al Redentor.

El fuelle melodioso termina un tango papa.
Una pebeta hermosa saca del corazón
un ramo de violetas, que pone en la solapa
del garabito guapo, dueño de su ilusión.
Termina la milonga. Las minas retrecheras
salen con sus bacanes, henchidas de emoción,
llevando de esperanzas un cielo en sus ojeras
y un mundo de cariño dentro del corazón.

Oro y seda
A. Canale y O. N. Fresedo

Por qué lloras me preguntan
los amigos que no saben
de las penas del amor,
pues yo nunca dije a nadie
que por pobre me dejó,
alentada por el lujo
de las joyas y los trajes
que soñara su ilusión;
dio a otro hombre su cariño,
sepultando en mi destino
el puñal de la traición.

Oro y seda...
Por seguir tu caravana
el mejor de los encantos
el amor de la mujer...
Oro y seda...
Fantasías del engaño,
por sus goces, sólo queda
un sufrir al desdichado
que a la ingrata dio su fe.

Olvidarla ya no puedo,
ande alegre o ande triste
llega a mi alma su cantar,
que es la trova que me diste
de congojas y pesar,
ya no es más la muñequita
de esperanzas y venturas
que forjara en mi ideal,
y sus trenzas y ojos oscuros,
su melena es velo de humo
que la venden al pasar.

Oro y seda...
por seguir vuestro reflejo,
dando tumbos fuiste lejos,
mi adorada se perdió...
Oro y seda...
os maldigo y me iré lejos
al llorar todas las noches
que me corren para viejo
de nostalgia y de dolor.

Otario que andas penando
A. Vacarezza y E. Delfino

Jajarai... jajai... jajai...
Jajarai... jajai... jojo...
Otario que andas penando
sin un motivo mayor.
Quien te dijo que en la vida
todo es mentira, todo es dolor,
si tras la noche oscura
siempre asoma el sol.
Y de la vida hay que reírse
igual que yo...
Jajarai... jajai... jajai...
Jajarai... jajai... jojo...
Que te importa si la paica
del bulín se te fugo
y te traiciono el amigo
y la timba te seco.
Si el destino que es criollazo,
justiciero y vengador,
ha de darles contra el suelo
a la ingrata y al traidor;
suene... suene la guitarra,
que se estire el bandoneón,
que la música es olvido
y el olvido es la ilusión,
que ha de darnos la alegría
y consuelo en el dolor,
pa' que todos nos riamos
igual que me río yo.

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