Vestido como
dandy, peinao a la gomina
y dueño de una mina más linda que una flor,
bailás en la milonga con aire de importancia,
luciendo la elegancia y haciendo exhibición.
Cualquiera
iba a decirte, che, reo de otros tiempos,
que un día llegarías a rey de cabaret,
que pa' enseñar tu corte pondrías academia...
Al taura siempre premia la suerte que es mujer.
Bailarín
compadrito,
que floriaste tu corte primero,
en el viejo bailongo orillero
de Barracas al sur.
Bailarín
compadrito,
que quisiste probar otra vida,
y al lucir tu famosa corrida
te viniste al Maipú.
Araca, cuando
a veces oís La Cumparsita
yo sé cómo palpita tu cuore al recordar
que un día lo bailaste de lengue y sin un mango
y ahora el mismo tango bailás hecho un bacán.
Pero algo
vos darías por ser sólo un ratito
el mismo compadrito del tiempo que se fue,
pues cansa tanta gloria y un poco triste y viejo
te ves en el espejo del viejo cabaret.
Bajo
Belgrano
A. Aieta y F. García Jiménez
Bajo Belgrano...
Cómo es de sana
tu brisa pampa de juventud,
que trae silbido, canción y risa
desde los patios de los studs.
¡Cuánta esperanza la que en voz vive!
La del peoncito que le habla al crack:
-Sacame 'e pobre, pingo querido,
¡no te me manques pa'l Nacional!...
Calle Blandengues...
donde se asoma
la morochita linda y gentil,
que pone envueltas con su mirada
sus simpatías sobre un mandil...
En la alborada de los aprontes,
al trote corto del vareador,
se cruza el ansia de la fortuna
con la sonrisa del buen amor...
La tibia noche
de primavera,
turban las violas en "El Lucero",
se hizo la fija del parejero
y están de asado, baile y cantor.
Y mientras pierde la vida un tango
que el ronco fueye lento rezonga,
se alza la cifra de una milonga
con el elogio del cuidador.
Bajo Belgrano...
cada semana,
el grito tuyo que viene al centro:
-¡Programa y montas para mañana...
Las ilusiones prendiendo va...
Y en el delirio de los domingos
tenés reunidos, frente a la cancha
gritando el nombre de tus cien pingos
los veinte barrios de la ciudad!...
Bandoneón
arrabalero
J. B. Deambroggio y P.Contursi
Bandoneón
arrabalero
viejo fueye desinflado,
te encontré como un pebete
que la madre abandonó,
en la puerta de un convento,
sin revoque en las paredes,
a la luz de un farolito
que de noche te alumbró.
Bandoneón
porque ves que estoy triste y cantar ya no puedo,
vos sabés
que yo llevo en el alma
marcao un dolor.
Te llevé
para mi pieza
te acuné en mi pecho frío...
Yo también abandonado
me encontraba en el bulín...
Has querido consolarme
con tu voz enronquecida
y tus notas doloridas
aumentó mi berretín.
Barajando
N. Vaccaro y E. Escaris Méndez
Con las cartas
de la vida por mitad bien marquilladas,
como guillan los malandros carpeteros de cartel,
mi experiencia timbalera y las treinta bien fajadas,
me largué por esos barrios a encarnar el espinel.
Ayudado por mi cara de galaico almacenero
trabajándose a la sierva de una familia de bien,
y mi anillo de hojalata con espejo vichadero,
me he fritado muchos vivos, como ranas al sartén.
Pero, en cambio,
una percanta que me tuvo rechiflado
y por quien hasta de espaldas con el lomo caminé,
me enceró con un jueguito tan al lustre preparado
que hasta el pelo de las manos de cabrero me arranqué.
Mientras yo tiraba siempre con la mula bien cinchada,
ella, en juego con un coso mayorengo y gran bacán,
se tomaba el Comte Rosso, propiamente acomodada,
y en la lona de los giles me tendió en el cuarto round.
Me la dieron
como a un zonzo, pegadita con saliva,
mas mi cancha no la pierdo por mal juego que se dé
y, si he quedao arañando como gato panza arriba,
me consuelo embolsicando la experiencia que gané.
En el naipe de la vida, cuando cartas son mujeres,
aunque lleve bien fajadas pa'l amor las treinta y tres,
es inútil que se prendan al querer con alfileres,
si la mina no es de un paño, derechita y sin revés.
Barra
querida
Sánchez y Vedani
Siento llorar compadre al corazón
al regresar al barrio en que nací
a recordar mis horas de purrete
mi madrecita, mi hogar, todo perdí
Recuerdo mi
lejana juventud
que iluminara el sol de la ilusión
cuando un gotán nos transportaba a los cielos
o nos ligaba el amor un metejón.
Quién
pudiera activar el tiempo cruel
y volver a vivir aquella edad
quién pudiera cantar en un portal
canción dulce de amor.
No poder escuchar
hoy otra vez
nuestra vieja señal -aquel silbar-
que a las horas de reunión el barrio oyó.
Me voy compadre
sin rumbo fijo
más no sin antes visitar el bodegón
que ayer nos viera siempre reunidos
contando hazañas entre copas de pernod.
Venga compadre
bebamos juntos
que a mis barrios tal vez ya no vuelva nunca
y antes quiero brindar
por mi barra de ayer
que jamás he de ver.
Barrio
reo
R. Fugazot y Alfredo Navarrine
Viejo barrio
de mi ensueño,
el de ranchitos iguales,
como a vos los vendavales
a mí me azotó el dolor.
Hoy te encuentro envejecido
pero siempre tan risueño,
barrio lindo. .. Y yo qué soy...
Treinta años y mirá,
mirá que viejo estoy...
Mi barrio
reo,
mi viejo amor,
oye el gorjeo,
soy tu cantor.
Escucha el ruego
del ruiseñor
que, hoy que está ciego,
canta mejor.
Busqué fortuna
y hallé un crisol;
plata de luna
y oro de sol.
Calor de nido
vengo a buscar...
Estoy rendido
de tanto amar.
Barrio reo,
campo abierto
de mis primeras andanzas,
en mi libro de esperanza
sos la página mejor.
Fuiste cuna y serás tumba
de mis líricas tristezas...
Vos le diste a tu cantor
el alma de un zorzal
que se murió de amor.
Barrio
viejo
G.Barbieri y Cárdenas
Calles donde
mi lindo barrio se alzó,
calles que guardan mis recuerdos de ayer;
vuelvo lo mismo que una alondra,
trayendo en mis canciones los ecos de las frondas.
Quiero que no olvides que traje al volver,
toda la dicha que me hicieras gozar.
Por eso al llegar,
quisiera dejar
la dicha de mi cantar.
Vuelvo al
pie de tu ventana
para evocar las mañanas
en que feliz me sentía,
cuando un cantor melodioso
interrumpía el reposo
de la mujer que quería.
Hoy, que rondo por tus calles
quiero llenarme de amores
bajo el raudal de esplendores
que te han hecho deslumbrar.
Barrio que
nunca te he podido olvidar
aunque mi ausencia mucho tiempo duró.
Barrio, rincón de mi alegría,
vengo a buscar la gloria
de mis lejanos días.
Quiero que sepas que no puedo vivir
lejos de tus calles cubiertas de sol
porque el esplendor
que siempre hay en ti,
hace revivir mi amor.
Bésame
en la boca
J. M. Rizzuti y E. Calvo
Ayer tarde
en Florida la vi.
pensativa mirar un rincón,
sollozando la pobre me dijo:
ya no quiero saber de los hombres
ni sentir más palabras de amor.
Son tan agrios aquellos recuerdos
que conservo del tiempo mejor,
que aunque quiera volver a vivirlos,
es tan grande la pena que siento
que me mata el recuerdo de ayer.
No me hables
de amor,
su voz exclamó
latiendo su pecho
de tanto dolor.
No me hables de amor,
me dijo otra vez
y dándome un beso
así murmuré...
Quiéreme en silencio
como nadie quiso,
bésame en la boca
con dulce ilusión,
y así me compensas
las penas pasadas
y el fuerte latir
de mi corazón.
Recordando
aquel día pasado
nunca más al cruzar la miré,
mas mi alma volvióse rebelde
y mis labios bajito dijeron:
como a nadie a ti te querré...
Pues el beso que me dio tu boca
con ardientes deseos de amar,
como fuego mis labios quemó
y al sentir tan feliz embeleso,
con el beso, un cariño nació.
Beso
ingrato
R. Tuegols y C. Camba
En tus ojos
reflejabas
el agua verde del mar
como un recuerdo que mata
atormenta mi memoria
la carita arte de gloria
en que tus labios de amor
unieron en dulce beso
con la tuya el alma mía
y hasta tu hablar parecía
el cantar de un ruiseñor
las flores que se abren de noche
testigo de nuestro embeleso
perfumaron aquel beso
que hizo al corazón latir.
Tierna y doliente
cual la vidalita
que te recuerda de una grata cita
porque hace feliz y hace sufrir
no te acordas de aquel beso
donde esta tu juramento
tal vez en la noche el viento
lo llevo por la ilusión
tengo un sabor agridulce
con triste son memorable
de aquel tu beso adorable
que se fingía tu corazón
felices en aquel idilio
la luna gentil alumbraba
y en tus ojos reflejaba
el agua verde del mar
por eso te amaba y verte no podía
en aquel momento para mi dichoso
y como un bagüel lima misterioso
precursor del gil de tanto amar
en tus ojos reflejaba
el agua verde del mar.
Besos
que matan
G. Barbieri y E. Cárdenas
Bajo un palio
de magnolias y de acacias
en tus brazos hechiceros quedé preso,
y rendido ante la savia de tus besos
adoraba tu belleza de Beatriz.
Yo he bebido la fragancia de tu aliento
en tu boca con perfume de azucena,
y mil veces, porque siempre fueras buena,
al mirarte toda el alma puse en ti.
Recuerdo que
en las citas
tu boca de Afrodita
tembló cual Margarita
que azota el vendaval;
mas después de esos días
se puso tu alma fría,
y ansiaste en las orgías
tu vida deshojar.
Por tu culpa
luego fuiste Mesalina,
sin dolerte de mis súplicas ardientes,
y rodaste hasta el abismo indiferente,
salpicada de lascivia y maldad.
¡Y hoy, al ver que te ha doblado el infortunio,
siento lástima y dolor por tu caída,
pues comprendo que en las sombras de tu vida
un destello de esperanza nunca habrá!
En tanto que
agonizas
el amor pulveriza
los besos y las risas
de tu bella ilusión.
Y en vano es que hoy esperes
quien te ofrezca, amoroso,
el gesto venturoso
de noble redención.
Brisas
de la tarde (Brisas)
J. Mármol, J. Razzano y C. Gardel
Jugad con
vuestras alas ¡oh brisas pasajeras!
de huérfanos suspiros de mi secreto amor;
amor sin esperanza pero de que hace alarde
mi corazón que sufre su redes que al ardor
Llevadla, si, piadosas con besos en la frente
a una orquestada fama con forma de mujer
sobre tu blancas sienes déjala dulcemente
cuan única corona que puedo yo ofrecer.
Tu giro es el que nace de seno diamantino,
donde se guarde mi alma la sensibilidad
único bien que nunca me arrebató el destino
con su serena impura de mi sensibilidad
Mi amor ¡Oh tú, cariño de ardiente fantasía!
mi amor es como el alma con lágrimas de fe
amor que se confunde con la melancolía
coronados jazmines
con hojas de ciprés.
La veo en las estrellas la veo en la morada
en la nocturna sombra, y en el ardiente sol
do quiera van las sombras de viento enamoradas
el sol de mis amores encuentre un arrebol.
Llévalas si piadosas con besos en la frente
con orquestada fama con forma de mujer
sobre tu blanca sienes dejadla dulcemente
cuan única corona que puedo yo ofrecer.
Y el mundo es un delirio
de ardiente fantasía;
mi amor está en el alma con lágrimas de fe;
amor que se confunde con la melancolía,
coronados de jazmines,
con hoja de ciprés.
Llevad con vuestras alas ¡oh brisas pasajeras!
los huérfanos suspiros a mi adorado bien.
No le digáis que la amo,
pero dejad siquiera,
los huérfanos suspiros sobre su blanca piel.
Llevad en vuestras alas ¡oh brisas pasajera!
los huérfanos suspiros a mi adorado bien.
No le digáis que la amo,
pero dejad siquiera,
los huérfanos suspiros sobre su blanca piel.
Buenos
Aires
M. Romero y M. Jovés
Buenos Aires,
la reina del Plata,
Buenos Aires mi tierra querida,
escucha mi canción,
que con ella va mi vida.
En mis horas de fiebre y orgía,
harto ya de placer y locura,
yo pienso en ti, patria mía,
para calmar mi amargura.
Noche porteña,
bajo tu manto
dichas y llantos muy juntos van,
risas y besos, farras corridas,
todo se olvida con el champán.
Y a la salida
de la milonga
se oye una niña pidiendo pan,
por eso es que en el gozar
siempre solloza una pena.
Al compás
rezongón de los fueyes
un bacán a su mina le embrolla,
y el llorar del violín
va pintando el alma criolla;
Buenos Aires, cual una querida,
si estás lejos, mejor hay que amarte,
y decir toda la vida:
antes morir que olvidarte.
Buey
manso
A. J. Tagini y C. Mutarelli
Atado al yugo
de rudas penas
por los caminos sin rumbo voy
la desventura me ato con su cadena
del infortunio, sumiso esclavo soy
todo el pasado formo una llaga
que me tortura y me empuja a hacer mi ley
rumiando rabia por no manchar mi daga
aguanto todo tan manso como el buey
De sol a sol
con mi sudor regué
los surcos que mi propia mano abrió
por ella mío todo fue
y así fue el premio atar tu amor
frágil mujer mostró la hilacha al fin
yo presentí con pena su traición
y al regresar de una faenada
mi pensamiento se confirmo
Y desde entonces
la mala estrella
por los caminos me echo a rodar
quizás un día me cruce con aquella
y allí con sangre mi sed se apagara
vivo por ella que me hizo trampa
después la vida pa'que la he de querer
la misma daga me hará clavar la guampa
la misma daga será para los dos
De sol a sol
con mi sudor regué
los surcos que mi propia mano abrió
por ella mío todo fue
y así fue el precio atar tu amor
frágil mujer mostró la hilacha al fin
yo presentí con pena su traición
y al regresar de una jornada
mi pensamiento se confirmó.
Bulincito
de mi vida
E. S. Discépolo
Bulincito
de mi vida
que mi tristeza retrata,
ayer pensé que la ingrata
su amor sin fin me traería,
pero en vano la esperé,
la ingrata no volvió
para darme su querer.
El alma se me quedó
en el vivir de mi ilusión.
Yo sé
muy bien que se ha ido
a buscar lujosas galas,
y que por mi no ha querido
soportar las horas malas.
Yo sé que el vivir la engaña
y el engaño ha de perderla,
pero no quisiera verla
llorando su perdición.
Mañana
cuando ella sienta
los zarpazos de la vida,
tal vez toda harapienta
venga a llorar su caída.
Y ya entonces su perdón
acaso no podrá
darle mi corazón;
porque tal vez mi pesar
viva en la cruel desilusión.
Bulín
que por la traidora
parecés lleno de duelo;
vos sabés que sufre y llora
mi querer de desconsuelo.
Yo sé que su amor es de otro
y sin embargo quisiera,
que la ingrata me ofreciera
el calor de su pasión.
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