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A contramano - A la luz del candil - A media luz - A medianoche - A mi madre (Mi madre) - A Mitre - Abuelito - Acquaforte - Acuarelita de arrabal - Adelante - Adiós muchachos - Adiós para siempre - Adiós que me voy llorando - Adiós que te vaya bien - Al mundo le falta un tornillo - Al pie de la Santa Cruz - Alicia - Allá en la ribera - Alma de loca - Alma en pena - Alma porteña - Almagro - Ámame mucho - Amanecer - Amante corazón - Amargura - Amargura (El floridense) - Amigazo - Amor (Gran Buda) - Amor pagano - Amor perdido - Amores de estudiante - Amurado - Anclao' en París - Angustias - Anoche a las dos - Ansias de amor - Añorando - Añoranzas - Apure delantero buey - Aquel cuartito de la pensión - Aquel muchacho triste - Aquel tapado de armiño - Aquella cantina de la ribera - Aquella noche - Aquella palomita - Aquellas cartas - Aquellas farras - Araca corazón - ¡Araca la cana! - ¡Araca, París! - Argentina - Aromas - Aromas del Cairo - Arrabal amargo - Arrabalero - As de cartón - Así canto yo - Asómate a la ventana - Atardecer - Aunque me cueste la vida - Ausencia - Ave cantora - Ave sin rumbo - ¡Ay Aurora! - ¡Ay, ay, ay! - ¡Ay, Elena!

A contramano
J. A. Caruso y L. Teisseire

Mire, amigo, que va a contramano;
no le hable a esa chica que se va a perder.
¡Con cuidado, que atrás va la vieja!
Y de vuelta y media me lo va a poner.
No le hable a esa otra que pasa,
que tiene un marido que es calabrés,
y el garrote de los tallarines
sobre sus espaldas lo va a hacer caer.
Salió a contramano,
mi amigo, al nacer.
Por eso que todo
le sale a revés.
¡Cuidao! ¡Cuidao con esa piba,
que se puede refalar!
¡Cuidao con esa atropellada!,
que está dura de pelar.
¡Cuidao! No vaya a contramano
porque lo van a chocar.
Si en la vida cayó a contramano
y quiere que todo le salga muy bien,
yo le doy un concejo de hermano:
que todo lo que haga, lo haga al revés.
Si le agrada una chica muy linda,
engrupa a la vieja, primero, y después,
como ella es canchera y le gusta,
con la misma vieja, ahí nomás, préndase.

A la luz del candil
C. V. G. Flores y J. P. Navarrine

Me da su permiso, señor comisario?...
Disculpe si vengo tan mal entrasao;
yo soy forastero y he caído al Rosario,
trayendo a los tientos un güen entripao.
Quizá usted piense que soy un matrero;
yo soy un guacho honrao a carta cabal;
no soy ni borracho ni soy un cuatrero.
Señor comisario... yo soy criminal...

Arrésteme, sargento, y póngame cadenas;
si soy un delincuente que me perdone Dios,
yo he sido un criollo güeno, me llamo Alberto Arenas;
señor... me traicionaban, y los mate a los dos...
Mi china fue una malvada, mi amigo era un sotreta.
Mientras fui a otro pago me basureo la infiel;
las pruebas de la infamia las traigo en la maleta:
las trenzas de mi china y el corazón de él.

No apriete, sargento, que no me retobo;
yo quiero que sepan la verdad de a mil.
La noche era oscura como boca e' lobo...
testigo solito, la luz de un candil.
Total... casi nada, un beso en la sombra...
dos cuerpos cayeron y una maldición.
Y allí el comisario, si usted no se asombra...
yo encontré dos vainas para mi facón.

 

A media luz
C. C. Lenzi y E. Donato

Corrientes tres cuatro ocho,
segundo piso, ascensor;
no hay porteros ni vecinos
adentro, cóctel y amor.
Pisito que puso Maple,
piano, estera y velador...
un teléfono que contesta,
una fonola que llora
viejos tangos de mi flor,
y un gato de porcelana
pa' que no maúlle al amor.

Y todo a media luz,
que es un brujo el amor,
a media luz los besos,
a media luz los dos...
Y todo a media luz,
crepúsculo interior,
que suave terciopelo
la media luz de amor.

Juncal doce veinticuatro,
telefonea sin temor;
de tarde, té con masitas,
de noche, tango y amor;
los domingos, té danzante,
los lunes, desolación.
Hay de todo en la casita:
almohadones y divanes
como en botica... coco,
alfombras que no hacen ruido
y mesa puesta al amor...

A medianoche
J. Maglio y E. Dizeo

Cuando el suburbio dormita
bajo la lluvia, o en noche serena,
cruza como un alma en pena
las tristes calles una viejecita.
Anda vagando hasta el alba
y en las sombras se suele ocultar.
Pobre mujer, camina sin cesar
llevando a cuestas todo su penar.

La gente buena de los barrios bajos,
esos humildes que saben su historia,
dicen que un día su nietecita,
la muy malita, dejó su hogar
y desde entonces, invierno y verano
a medianoche la vieja,
vive con su amarga queja
sumida en la soledad.

Y así se pierde por los arrabales
hecha una piltrafa humana,
porque en su vida tirana
no ha hecho más que sufrir.
Como un gemido doliente
llena de harapos cabizbaja y mustia.
Siempre se le ve silente
con todo el peso de su negra angustia.

Y maldiciendo su suerte
que en su pecho congojas dejó,
llora su fin al ver que ya perdió
el dulce amor que de ella se olvidó.
Tal vez la nieta malvada y mezquina
hoy no se acuerda de su tierna abuela.
Sólo sabe que está dormido
el pobre nido que abandono.

A mi madre (Mi madre)
P. B. Palacios, C. Gardel y J. Razzano

Con los amigos que el oro me produjo
las horas con afán pasaba yo
y de mi bolsa al poderoso influjo
todos gozaban de esplendente lujo
pero mi madre, no!

Pobre madre!... Yo de ella me olvidaba
cuando en brazos del vicio me dormí
un inmenso cortejo me rodeaba
de mis afectos a nadie le faltaba
pero a mi madre... sí...

Hoy moribundo, en lágrimas deshecho!
exclamó con dolor, todo acabó,
al ver que gime mi angustiado pecho
todos se alejan de mi pobre lecho
Pero mi madre, no!

Y cerca ya del último suspiro
todos se alejan por lo que hay en mí
la vista en torno de mi lecho giro
en mi triste derredor a nadie miro
Pero a mi madre... sí...

A Mitre
C. Gardel

En mi alma nacido un anhelo
que su vuelo lo cubre cual buitre
que cantar a Bartolomé Mitre
hijo heroico de esta gran nación.
Fue su nombre y su grato recuerdo
en mi pecho argentino se expande
el recuerdo de glorias tan grande...
que preocupa mi imaginación.
Como olvidar al guerrero
que sangre vertió entre penas
y la patria historia queda
como reliquia inmortal.
Como olvidar al valiente
que de patriotismo lleno
solo alimentaba en su seno
nobleza de amor ideal.
Hasta a veces el Dios
nos concede olvidando familias y amigos
recorrer a los campos enemigos
como rata del bravo huracán.
Pues a veces lo vimos peleando
desafiando altanera la muerte
El no descifraba su suerte
por la patria cual era su afán.
Era el titán era el bardo
do mi patria ve era de fe indomable,
mente de gran pensador.
Era el podestá que va
de arrojo y valentía,
aquel que a la patria mía
llenó de gloria y honor.
Su familia ha bajado a la tumba
ya no tiene mi patria el guerrero
ya no tiene su poeta altanero
que a mi patria celeste cantó
Voy dejando un puñado de flores
en su tumba voy a dejar mi canto
y mi canto lo voy venerando
al gran Mitre, al titán que murió.
Era el titán, era el bardo
do mi patria ve
era de fe infatigable
mente de gran pensador
Era el podestá que va
de arrojo y valentía,
aquel que a la patria mía
llenó de gloria y honor.

Abuelito
E. Trongé, C. P. Cabrál y A. N. Laporte

No tome más, abuelo, y deje el vino;
no tome más, tatita, es una pena,
que son las diez, abuelito, y ni un vecino
llegó esta vez, alegrando nuestra cena.
No tome más y cuénteme una historia
del tiempo aquel en que su amor vivía,
que yo, otra vez, sentadita en sus rodillas,
lo escucharé quietita y sin hablar.

El pobre abuelo, a mi ruego,
conteniendo sus pesares,
me hizo sentar junto al fuego
y de este modo me habló:
Cierra la puerta, la luz apaga,
que con las sombras viene mi amor.
Esa que un día, hace ya tiempo,
vistió de luto mi corazón.

Si vieras qué criolla de ojos negros,
de blanca tez, risueña y juguetona,
de lindo andar, retrechera y comadrona,
clavel del amor florecido en mis recuerdos.
Si vieras vos con qué ansias la quería,
con cuánto afán hicimos nuestro nido...
Mas ella, cruel, destrozando mi alma, un día,
con mi mejor compañero me engañó.

Hoy que me vencen los años,
ya la muerte está en acecho,
viejo, achacoso y deshecho,
siento que la quiero más.
Ya sabe, nieta, la cruel herida
que en esta vida quise ocultar.
Así, una noche, triste y de duelo,
mi pobre abuelo me hizo llorar.

Acquaforte
H. Pettorossi y J. C. Marambio Catán

Es medianoche, el cabaret despierta,
muchas mujeres, flores y champán;
va a comenzar la eterna y triste fiesta
de los que viven al ritmo de un gotán
Cuarenta años de vida me encadenan,
blanca la testa, viejo el corazón;
hoy puedo ya mirar con mucha pena
lo que otros años mire con ilusión.
Las pobres milongas, dopadas de besos,
me miran extrañas, con curiosidad...
Ya no me conocen estoy solo y viejo.
¡No hay luz en mis ojos, la vida se va!
Un viejo verde que gasta su dinero,
emborrachando a Lulú con su champán,
hoy le negó el aumento a un pobre obrero
que le pidió un pedazo más de pan.
Aquella pobre mujer que vende flores
y fue en su tiempo la reina de Montmartre,
me ofrece con sonrisa unas violetas
para alegrar tal vez mi soledad.
Y pienso en la vida...
las madres que sufren, los hijos que vagan,
sin techo y sin pan...
vendiendo "La Prensa", ganando dos guitas.
¡Que triste es todo eso, quisiera llorar!

Acuarelita de arrabal
J. González Castillo y C. Castillo

Era un viejo zapatero que vivía en un portal
y era una rubia vecinita, muy bonita
y muy coqueta, que pasaba sin mirar.
La rubia, por las mañanas, iba camino a su taller y,
frente al cuchitril del viejo remendón,
era como un prime rayo de sol.

El pobre viejo, tras de la vidriera,
viviendo alguna lejana ilusión,
soñaba, al verla pasar por la acera,
quién sabe qué loca quimera de amor.
La rubia, un día, se entró a la buhardilla
y el pobrecito tembló de emoción,
cuando a pretexto de atarle una hebilla
la pierna torneada su mano palpó.

Y con sorpresa, ese día,
frente a su chiribitil,
la gente, llena de emoción, se detenía
para escuchar la melodía de un violín.
Era que aquel zapatero, con religiosa devoción,
su triste soledad lloraba al tierno son
de familiar canción sentimental.

Desde esa tarde, su canto parece,
con su incansable motivo chillón,
la monocorde sonata de un grillo
en el pentagrama de aquel callejón.
Y, según dice, pensando en la rubia,
el pobre viejo, detrás del portal,
como una pierna, temblando, acaricia
la caja del tosco violín fraternal.

Adelante
J.C. Barros, A.Jauretche, H. Manzi y E. Iribarne

Reclutada con su alegría
fui buscar libertad amor mío
al comendador y su hijo
Antonito de Aturnía
A mirar que era un casi adolescente
que olvidando su hombro doloroso
con acento harto animoso
le gritaba a los presentes:
!Adelante de tu vacilar,
sin temor, a peliar¡
Busca que eternas mata la virtud
era honrar juventud
De la que hay diversas regidas
!al gran pueblo argentino salud¡
"!Adelante de tu vacilar¡,
!sin temor, a pelear¡"
Pelió siempre, valiente, a mi lado
con tesón defendiendo la bandera
hasta que una bala certera
lo tumbó ensangrentado;
y al morir recordando la viejita
que en el pecho del hombre lloraba
con su voz casi apagada
lentamente aún decía:
"!Adelante que sin vacilar
sin temor, !a peliar¡"
Busca que eternas matas la virtud
que era honrar juventud.
De los que hay diversas regidas
!al gran pueblo argentino salud¡
"!Adelante que sin vacilar,
y temor! !a pelear¡"

Adiós muchachos
Sanders y Vedani

Adiós muchachos, compañeros de mi vida,
barra querida de aquellos tiempos;
me toca a mí hoy emprender la retirada,
debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós muchachos, ya me voy y me resigno,
contra el destino nadie la talla,
se terminaron para mí todas las farras,
mi cuerpo enfermo no resiste más.

Acuden a mi mente recuerdos de otros tiempos,
de los bellos momentos que antaño disfruté,
cerquita de mi madre, santa viejita,
y de mi noviecita que tanto idolatré.

Se acuerdan que era hermosa,
más linda que una diosa
y que, ebrio de cariño,
le di mi corazón?
Mas el Señor, celoso
de sus encantos,
hundiéndome en el llanto,
se la llevó.

Es Dios el juez supremo, no hay quién se le resista,
ya estoy acostumbrado su ley a respetar,
pues mi vida deshizo con sus mandatos
al llevarse a mi madre y a mi novia también.
Dos lágrimas sinceras derramo en mi partida
por la barra querida que nunca me olvidó.
Y al darle a mis amigos el adiós postrero
les doy con toda mi alma mi bendición.

Adiós para siempre
A. Scatasso y A. Vaccarezza

Adiós para siempre, mujer de mis sueños,
que ya de mi tierra tranquilo me voy,
cantando la dicha de haberte querido
y de no guardarte el más leve rencor.

Detrás de los mares está mi destino
y aquí queda el tuyo, para descifrar...
Dios quiera que un nuevo cariño de amante
tu pena secreta te ayude a olvidar.

Hice todo lo que pude
por llegarte a complacer,
si más no hice sólo ha sido
porque más no pude hacer.

Ya están en la puerta, llamando bien mío,
los brazos abiertos de mi último amor.
Bien haya las almas amables y locas
que saben mentirnos la bella traición.

Adiós para siempre, adiós y mil gracias,
por todos tus bienes y todo tu mal.
La vida nos lleva por rumbos distintos
Dios quiera que nunca te vuelva a encontrar.

Adiós que me voy llorando
C. Gardel y J. Razzano

Adiós, que me voy llorando,
me voy llorando y te dejo.
Y aunque no te vuelva a ver,
con la esperanza me alejo
¡Ay, sí, sí! ¡Ay, no, no!
Ingrata, me has olvidado
¡Malhaya tu corazón!

¿Dónde están los juramentos
que me hicistes una tarde?
Todo lo ha llevado el viento,
y en una forma cobarde
¡Ay, sí, sí! ¡Ay, no, no!
Y en una forma cobarde
mataste mi pensamiento.

Ingrata, mal pagadora
y mala de sentimientos,
que si algo hay que me devora,
es el arrepentimiento
¡Ay, sí, sí! ¡Ay, no, no!
Es el arrepentimiento
de haberte amado hasta ahora.

Adiós, que te vaya bien
A. González Del Solar y E. P. Delfino

Si soñás verte en el padock
siendo reina de esos moños
que las van de manicure
y masaje a Barrolina...
Maniquíes de sastrería
de elegancia femenina;
que se compran el cariño
con un vale al portador.

Si soñás lucir gran lujo
visitando El Rosedal
en un Packard de ocho en línea
con un chofer uniformado,
de esos que usan más galones
que un teniente general.
Que te vayas no es pecado,
la honradez no paga sport.

Adiós, que te vaya bien!

Sin espinas en tus rosas,
y tu suerte sea envidiable.
Que tengás, entre otras cosas,
un gran chalet desmontable
junto a la vía del tren.

Adiós, que te vaya bien!

Y al rematar tu decencia
que no te encajen la mula:
Te lo advierte mi experiencia.
Y que enciendas tus abdullahs
con los billetes de a cien.

Yo que soy canchero viejo
sé llamarle bien clarito
al pan, pan... al vino, escabio
y a la sopa minestrina,
y te advierto: no te engañes,
que ese dulce es granadina.

Y tus sueños, me palpito,
son tan solo una ilusión.

Que te luzca algún vejete
en el gran palco oficial
y te lleve con orgullo
derramando tus encantos
como lleva a su potrillo
ganador del Nacional,
entre aplausos de unos cuantos
y la envidia del montón...

Al mundo le falta un tornillo
J. M. Aguilar y E. Cadícamo

Todo el mundo está en la estufa,
triste, amargado, sin garufa,
neurasténico y cortao...
Se acabaron los robustos...
si hasta yo que daba gusto
cuatro kilos he bajao!

Hoy no hay guita ni de asalto
y el puchero está tan alto
que hay que usar un trampolín...
Si habrá crisis, bronca y hambre
que el que compra diez de fiambre
hoy se morfa hasta el piolín...

Hoy se vive de prepo
y se duerme apurao.
Y la chiva hasta Cristo
se la han afeitao...
Hoy se lleva a empeñar
al amigo más fiel,
nadie invita a morfar
todo el mundo en el riel.
Al mundo le falta un tornillo,
que venga un mecánico!
pa'ver si lo puede arreglar.

Qué sucede? Máma mía...
se cayó la estantería
o San Pedro abrió el portón...
La creación anda a las piñas
y de puro arrebatiña
apoliya hasta el colchón...

El ladrón es hoy decente,
y a la fuerza se ha hecho gente,
ya no tiene a quien robar...
Y el honrao se ha vuelto chorro
porque en su fiebre de ahorro
el se "afana " por guardar...

Al mundo le falta un tornillo,
qué venga un mecánico!
pa'ver si lo puede arreglar.

Al pie de la santa cruz
M. Battistella y E. Delfino

Declaran la huelga, hay hambre en las casas;
es mucho trabajo y poco el jornal.
En ese entrevero de lucha sangrienta,
se venga de un hombre la ley patronal.
Los viejos no saben que lo condenaron,
pues miente piadosa, su pobre mujer.
Quizás un milagro le lleve el indulto
y vuelva a su casa la dicha de ayer.

Mientras tanto al pie de la Santa Cruz,
una anciana desolada llorando implora a Jesús:
"Por tus llagas que son santas, por mi pena y mi dolor,
ten piedad de nuestro hijo; protegelo, Señor.
"Y el anciano, que no sabe ya rezar,
con acento tembloroso también protesta a la par:
"Que mal te hicimos nosotros pa'darnos tanto dolor?
"Y a su vez dice la anciana: "Protegelo , Señor.

"Los pies engrillados cruzo la planchada...
La esposa lo mira, quisiera gritar.
Y el pibe inocente que lleva en los brazos
le dice llorando: "Yo quiero a papá!"
Largaron amarras, y el último cabo
vibro al desprenderse de todo su ser:
Se pierde de vista la nave maldita
y cae desmayada la pobre mujer.

Alicia
E. Cárdenas y G. Barbieri

Porque eres el ensueño
que engrandece en mi pasión,
la mujer adorada
que tiene fragancia de un fresco rosal,
yo vuelco en mi guitarra
la más ardiente canción
que se llenó de amores,
en las armonías de algún madrigal.
Yo quiero que tu seas
de mi vida el arrebol,
porque al mirarte
se me inunda el alma de gloria sin par,
pues con el fuego de tus bellos ojos
mantienes la vida de este soñador
que anhela a tus plantas dejar su amor.

Porque quiero mi canto elevar,
Oye, Alicia, mi acento febril,
y no dejes que tu alma me niegue
tu adorable belleza de hurí;
en tus labios de fino coral,
yo quisiera tus besos sorber,
aunque sepa, mi Alicia divina,
que todos tus besos me maten después.

En las suaves cadencias
de las brisas has de oír,
la voz de mi cariño
que envolverte quiere, llena de emoción,
para que no te olvides
que con loco frenesí
te haré la preferida
de todas las ansias de mi corazón.
Vamos a la floresta
donde se ha tendido el sol
y hay un castillo
donde para siempre la reina serás,
y embelesada en las divinidades
de mi amor supremo, te sabrás feliz,
sintiendo mi dulce cantar así.

Allá en la ribera
C. Camba

Allá en la ribera,
la tarde se aleja
llevando una queja de rota ilusión
y el aire recoge suspiros profundos
que irá por el mundo
cual tierna canción.
Nos llega hasta el alma como una sonrisa
la cálida brisa
que trae al pasar,
quien sabe de donde,
palabras sentidas
que llenan la vida de grave penar.
Doliente y hermosa esta en la ribera
la joven que fuera feliz en su amor.
Un buque a otros mares del puerto a partido
y un hombre se ha ido tras de algo mejor.
Un hombre se ha ido con rumbo a otros lares
sin ver los pesares de otro corazón.
Quizás no ha pensado
que al irse dejaba
a la que lo amaba con santa pasión
El sol ya se acuesta,
apaga sus luces,
y palos y cruces se ven balancear;
y entonces la joven no puede calmarse
no puede olvidarse de aquel que se va.
Y mientras las sombras invaden las cosas,
triste y silenciosa se aleja de allí,
pero aunque no llora camina llevando
el alma sangrando por tanto sufrir.

Alma de loca
J. Font y G. Cavazza

Milonguera bullanguera, que la vas de alma de loca,
la que con tu risa alegre vibrarás al cabaret.
La que lleva la alegría en los ojos y en la boca,
la que siempre fue la reina de la farra y del placer.

Todo el mundo te conoce de alocada y jaranera.
Todo el mundo dudaría lo que yo puedo jurar,
que te he visto la otra noche, parada en una vidriera,
contemplando una muñeca con deseos de llorar.

Te pregunté que tenías y me respondiste: nada.
Adivinando al verte, tan turbada,
que era tu intento ocultarme la verdad.
La sonrisa que tus labios dibujaban quedó helada
y una imprevista lágrima traidora
como una perla de tus ojos fue a rodar.

Quién diría, milonguera, vos que siempre te reíste,
vos que siempre te burlaste de las penas y del amor,
ibas a mostrar la hilacha, poniéndote seria y triste
ante una humilde muñeca, modestita y sin valor.

No te aflijas, milonguita, yo te guardaré el secreto.
Por mí nunca sabrá nadie que has dejado de reír,
más no vuelvas a mirar a la pobre muñequita
que te recuerde los días que ya no podrás vivir.

Ríe siempre milonguera bullanguera casquivana,
para que quieres amargar tu vida
pensando en cosas que no pueden ser.
Corre un velo a tu pasado, sé milonga, sé mundana,
para que así los hombres no descubran tus amarguras,
tus ternuras de mujer.

Alma en pena
F. García Giménez y A. Aieta

Aun el tiempo no logro borrar su recuerdo,
borrar las ternuras que guardan escritas
sus cartas marchitas que en tantas lecturas
con llanto desteñí. Ella si que me olvido!...
y hoy frente a su puerta la oigo contenta,
percibo sus risas y escucho que a otro
le dice las mismas mentiras que a mí.

Alma... que en pena vas errando, acercate a su puerta,
suplicale llorando.
Oye... perdona si te pido mendrugos del olvido
que alegre te hace ser...
Tu me enseñaste a querer y he sabido!,
y haberlo aprendido de amores me mata.
Y yo que voy aprendiendo hasta a odiarte
tan solo a olvidarte no puedo aprender.

Esa voz que vuelvo a oír, un día fue mía
y hoy ella es apenas el eco que alumbra
mi pobre alma en pena
que cae moribunda al pie de su balcón...
Esa voz que maldecí, hoy oigo que a otro
promete la gloria y cierro los ojos,
y es una limosna de amor que recojo
con mi corazón.

Alma porteña
V. Greco

Tango,
vos sos el alma porteña,
vos sos la tierna
expresión de su cantar,
tango,
vos sos el dulce acento,
sos el lamento
que expresa a la mina
el amor del bacán.

Con tu nota lastimera,
remembranza de pasiones,
quejido de corazones
angustiados de dolor,
sos la espina de la flor
que hiere y mata al pobre amante,
sos la mirada anhelante
de la china sin amor.

Alegran sus acordes
si es un tango compadrón,
se olvidan al instante
las penas del corazón,
vuelven la fe perdida
la esperanza, la ilusión,
y endulzan esta vida
con su ritmo y con su son.

Bendito seas, tango
que haces sufrir y llorar,
bendito seas, tango
que haces reír, haces cantar,
tan grande es tu poder,
tan sugestivo y dominante,
que donde vayas, triunfante
has de imperar.

Almagro
I. Diez y V. San Lorenzo

Como recuerdo, barrio querido,
aquellos tiempos de mi niñez...
Eres el sitio donde he nacido
y eres la cuna de mi honradez.
Barrio del alma, fue por tus calles
donde he gozado mi juventud.
Noches de amor viví;
con tierno afán soñé,
y entre tus flores
también llore...
Que triste es recordar!
Me duele el corazón...
Almagro mío,
que enfermo estoy!

Almagro, Almagro de mi vida,
tú fuiste el alma de mis sueños...
Cuantas noches de luna y de fe,
a tu amparo yo supe querer...
Almagro, gloria de los guapos;
lugar de idilios y poesía,
mi cabeza la nieve cubrió;
ya se fue mi alegría
como un rayo de sol.

El tiempo ingrato dobló mi espalda
y a mi sonrisa le dio frialdad...
Ya soy un viejo, soy una carga,
con muchas dudas y soledad.
Almagro mío, todo ha pasado;
quedan cenizas de lo que fue...
Amante espiritual
de tu querer sin fin,
donde he nacido
he de morir.
Almagro, dulce hogar,
te dejo el corazón
como un recuerdo de mi pasión.

Ámame mucho
A.Villoldo

Allá en la noche callada
para que se oiga mejor...
allá en la noche callada
para que se oiga mejor...
ámame mucho que así amo yo
ámame mucho que así amo yo.

Canta el ruiseñor sus penas,
ay si... ay no...
canta el ruiseñor sus penas
con melancólica voz,
ámame mucho que así amo yo,
ámame mucho que así amo yo.

No creas que por que canto
tengo el corazón alegre
no creas que porque canto
tengo el corazón alegre,
ámame mucho que así amo yo,
ámame mucho que así amo yo.

Yo soy como el pobre cisne
ay si... ay no...
yo soy como el pobre cisne
que canta cuando se muere,
ámame mucho que así amo yo,
ámame mucho que así amo yo.

Yo canto el cantar eterno
que es el cantar mas sentido
yo canto el cantar eterno
que es el cantar mas sentido
ámame mucho que así amo yo,
ámame mucho que así amo yo.

Porque sus notas consuelan
ay si... ay no...
porque sus notas consuelan
a mi pecho dolorido,
ámame mucho que así amo yo,
ámame mucho que así amo yo.

Amanecer
C. Gardel y J. Razzano

¡Qué lindo es ver por el llano!
¡Qué lindo es ver por el llano!
Ande se va un pollero
que partica, y altanero va su vigüela portando
para los perros ladrando
y un resuello y un maceta;
Los bueyes en la carreta
y el carretero picando.
La aurora aparece entonces...
la aurora aparece entonces...
Y por la loma un lucero;
y en un bullicio sincero
sale al campo el buey sobón
y el churrinche retozón
que golpea de rama en rama
por aquel gaucho altacama
y apera su redomón.
Linda es esta mañanita...
linda es esta mañanita...
Cuando le pianto en la loma
que el poncho del pobre asoma
dándole luz y esplendor
pero un rodeo al rodar
y relinchar al sotreta
que goza haciendo gambeta
al lazo de un redomón.

Amante corazón
D. Vivas y R. Marano

Tu belleza es como un halito de rosas,
que despierta la embriaguez de un dulce amor
tus encantos florecieron entre diosas
al conjuro de un preludio encantador.

Tan esbelta y majestuosa yo te admiro,
y te rindo mi mejor inspiración
y es por eso que al mirarte yo suspiro...
con el ansia de mi pobre corazón.

Tus ojos de Mora, tu boca de guinda
tan roja y tan linda quisiera besar;
tus negros cabellos, tu seno armonioso,
erguido y airoso convida a soñar.

Tu frágil silueta, tu rítmico paso
de reina es, acaso, cautiva tu andar
y toda su gracia, me robó la calma,
por eso en el alma te quiero llevar.

Pero a veces un fatal presentimiento
de no ser jamás tu dueño, linda flor,
me entristece y te lloro en mi aposento
como un niño que se queja de dolor.

Y más tarde, al contemplarte tan divina,
cual un ángel mensajero de ilusión,
no te creo ya imposible ni mezquina
y de fiesta está mi amante corazón.

Amargura
C. Gardel y A. Le Pera

Me persigue implacable
su boca que reía,
acecha mis insomnios
ese recuerdo cruel,
mis propios ojos vieron
cómo ella le ofrecía
el beso de sus labios
rojos como un clavel.
Un viento de locura
atravesó mi mente,
deshecho de amargura
yo me quise vengar,
mis manos se crisparon,
mi pecho las contuvo,
su boca que reía
yo no pude matar.

Fue su amor de un día
toda mi fortuna,
conté mi alegría
a los campos y a la luna.
Por quererla tanto,
por confiar en ella,
hoy hay en mi huella
sólo llanto y mi dolor.

Doliente y abatido
mi vieja herida sangra.
Bebamos otro trago
que yo quiero olvidar,
pero estas penas hondas
de amor y desengaño
como las yerbas malas
son duras de arrancar.
Del fondo de mi copa
su imagen me obsesiona,
es como una condena
su risa siempre igual,
coqueta y despiadada
su boca me encadena,
se burla hasta la muerte
la ingrata en el cristal.

Amargura (El Floridense)
A. Cepeda, C. Gardel y J. Razzano

Llora el ave cuyo nido,
en la noche llevó el viento,
cuan amargo es su lamento,
como triste es su gemido.
Profunda la pena al vivo
no forma luego en nidal
Y cantando sin cesar
vive feliz y contento
ya el ave no se lamenta
ni tiene porqué llorar.
Yo más infeliz que el ave,
más infeliz que rosal
no hallo remedio a mi mal
pues nadie curarlo sabe.
Cuanto de ventura cabe
en un hombre, en mi han de hallar.
Nací para atesorar
de la vida las congojas
soy rosal sin flores ni hoja
y canto por no llorar.

Amigazo
F. Brancatti, J. M. Velich y J. de Dios Filiberto

Una nube en los ojos
me vino como un flechazo,
y en mi rencor, amigazo,
entero yo me jugué;
quiso el maula reírse
manchando mi frente honrada
y por tan mala jugada
sin compasión lo achuré.

Amigazo, fue una noche,
que en mi mente llevo escrita...
Una tierna vidalita
a la hereje despertó.
Yo, que en el secreto estaba,
puse fin a mi venganza
cuando vi al cantor aquel
que a los labios de la infiel
como abrojo se prendió.
Los celos sentí,
tantié mi facón,
y luego, a lo gaucho,
le abrí el corazón.

Y desde entonces...
mi alma va errabunda
atada a la coyunda
de aquel doliente amor.
Chupemos juntos...
quiero olvidar, sonriendo,
el hoyo que está abriendo
la chuza del dolor.

Amor (Gran Buda)
J. de Dios Filiberto y J. A. Bruno

Yo no sé por qué extraño destino
otra vez mi vida te encontró a su paso.
Qué rodar te cruzó en mi camino,
cerrazón de nieblas, llantos y fracaso?

Era feliz arrastrando el recuerdo.
Sacrifiqué el corazón en mi adiós!
Hoy te vuelvo a encontrar, y me pierdo
entre las ternuras de tu alma y tu voz.

Con qué angustia te hice a un lado!
Tratando de alejarte
de la miseria plena
tu cariño fue sagrado.
Y, en ruinas, quise alzarte
en medio de mi pena.

Y una noche, allí en tu frente
dos lágrimas y un beso
cayeron de repente.
Solo supe que al dejarte
te dejaba el corazón:
Ni traté de despertarte...

Y arrastré mi dolor a los vientos
lejos de tu lado, con mi amor deshecho.
Mi tortura mordió mil lamentos
siempre con tu imagen dentro de mi pecho.

Y cuando ya solo ansiaba la muerte,
cuando tu voz se perdía en mi ayer,
hoy te encuentro, y mi amor es más fuerte:
Los dos lucharemos por nuestro querer!

Amor Pagano
L. Rubinstein, Freen y Brown

Quisiera tu estrella
ver mi sueño de oro
tú eres el tesoro
que llenó de amor
mi corazón…

Ya salió la luna
mi bien…
la luna eres tú.
Estando contigo
es el cielo azul.
En tus ojos verdes,
mi bien…
muere mi dolor,
porque ellos dicen:
de tu casto amor.

Canta amada mía,
la noche es hermosa
y nació una rosa
en el gran jardín
de mi ilusión.

Amor Perdido
E. Bonessi

Linda muchacha de genio alegre
que en los floreos del arrabal,
no sabe nunca cual es la senda
cuando le ofrecen el bien o el mal.

Cuantos cantores su gloria evocan
las tristezas, y en el arrabal,
cuantas guitarras por ella tocan
bajo los vértigos de la ebriedad.

Ha enloquecido la muchachada,
se la disputan fiera y brutal.
Hoy se broncaron y corrió sangre
por la sirena del arrabal.

Hoy en la isla de los esclavos
uno vigila cuando saldrá,
dicen que llora su amor perdido,
la muchacha trágica del arrabal.

Y en el invierno cuando la nieve
llena de frío su alma mortal,
escribe versos, compone estilos
para la infanta del arrabal.

Linda muchacha de genio alegre
que en los floreos del arrabal,
no sabe nunca cual es la senda
cuando le ofrecen el bien o el mal.

Amores de estudiante
C. Gardel, A. Le Pera y M. Battistella

Hoy un juramento,
mañana una traición,
amores de estudiante
flores de un día son.

En unos labios ardientes
dejar una promesa
apasionadamente.
Quiero calmar los enojos
de aquellos claros ojos
siempre mintiendo amor.

Por un mirar que ruega
perder la quietud.
Mujercitas sonrientes
que juran virtud.
Es una boca loca
la que hoy me provoca.
Hay un collar de amores
en mi juventud.

Fantasmas del pasado,
perfumes de ayer,
que evocaré doliente
planteando mi sien.
Bandadas de recuerdos
de un tiempo querido,
lejano y florido
que no olvidaré.

Hoy un juramento,
mañana una traición,
amores de estudiante
flores de un día son.

Amurado
P. Maffia, P.Laurenz yJ. De Grandis

Campaneo a mi catrera y la encuentro desolada.
Sólo tengo de recuerdo el cuadrito que está ahí,
pilchas viejas, una flores y mi alma atormentada...
Eso es todo lo que queda desde que se fue de aquí.

Una tarde más tristona que la pena que me aqueja
arregló su bagayito y amurado me dejó.
No le dije una palabra, ni un reproche, ni una queja...
La miré que se alejaba y pensé:
¡Todo acabó!

¡Si me viera! ¡Estoy tan viejo!
¡Tengo blanca la cabeza!
¿Será acaso la tristeza
de mi negra soledad?
Debe ser, porque me cruzan tan fuleros berretines
que voy por los cafetines
a buscar felicidad.

Bulincito que conoces mis amargas desventuras,
no te extrañe que hable solo. ¡Que es tan grande mi dolor!
Si me faltan sus caricias, sus consuelos, sus ternuras,
¿qué me quedará a mis años, si mi vida está en su amor?

¡Cuántas noches voy vagando angustiado, silencioso
recordando mi pasado, con mi amiga la ilusión!...
Voy en curda... No lo niego que será muy vergonzoso,
¡pero llevo más en curda a mi pobre corazón!

Anclao' En Paris
E. Cadicamo y G. Barbieri

Tirao por la vida de errante bohemio
estoy, Buenos Aires, anclao en Paris.
Cubierto de males, bandeado de apremio,
te evoco, desde este lejano país.
Contemplo la nieve que cae blandamente
desde mi ventana, que da al bulevar:
las luces rojizas, con tono muriente,
parecen pupilas de extraño mirar.

Lejano Buenos Aires,! que lindo has de estar!
Ya van para diez años que me viste zarpar...
Aquí, en este Montmartre, faubourg sentimental,
yo siento que el recuerdo me clava su puñal.

!Como habrá cambiado tu calle Corrientes!...
!Suipacha, Esmeralda, tu mismo arrabal!...
Alguien me ha contado que estas floreciente
y un juego de calles se da en diagonal...
!No sabes las ganas que tengo de verte!
Aquí estoy varado, sin plata y sin fe...
!Quien sabe una noche me encane la muerte
Y, chau Buenos Aires, no te vuelva a ver!

Angustias
H. Pettorossi

Por no querer perdonarte
me esta matando el dolor
y aunque mi rostro sonríe
estoy llorando de amor
estoy llorando de amor

Llora, llora corazón
llora si tienes porque
que no es delito en el hombre
llorar por una mujer
llorar por una mujer

Yo represento la playa
y el corazón es el mar
viene hacia mí y me acaricia
me besas luego te vas
me besas luego te vas

Llora, llora corazón
llora si tienes porque
que no es delito en el hombre
llorar por una mujer
llorar por una mujer

Anoche a las Dos
R. de los Hoyos y R. Cayol

Por fin has logrado, mujer de la calle,
que un hombre decente se pierda por vos.
Seguir en tu carne con voz de asesino
que en un calabozo jamás conoció.

Mientras trabajaba de noche en la imprenta
para que tuvieses el pan que te di.
Vos has olvidado que tienes un hijo
Su nombre y el mío manchabas así.

Gata, como un arañazo.
Hieres mi amor inconsciente.
No merecés ni el balazo.
que un hombre decente te acaba de dar.
Llorar no borra tu falta
ni tu mentira indulgente.
Todo el dolor y el quebranto
que a un hombre decente
lo has hecho pasar.

Yo estaba tranquila sentada en mi mesa
hace unos instantes en ese café.
Y un hombre de pronto allí se me acerca.
Afuera me llama y salgo tras él.
Sin mediar palabra, sacando un revólver
un tiro en el brazo el cobarde me dio.
Y este caballero vio huir al canalla
y en ayuda mía valiente acudió.

¡Miente!, yo soy quien le ha herido
¡Miente!, no quiera salvarme
Sólo el culpable yo he sido,
y voy a entregarme, señor oficial.
Llorar no borra tu llanto
ni tu mentira indulgente.
Todo el dolor y el quebranto
que a un hombre decente
lo has hecho pasar.

Ansias De Amor
G. Barbieri

A veces cuando pienso que vivo solitario,
me parece un calvario la vida sin tu amor;
y en medio de esta pena que aviva mis deseos,
me parece que veo tu rostro encantador.
Pues al verme tan solo recuerdo aquellos días
en que tu alma y la mía juraron su pasión
y aunque sé que te has ido, a veces te presiento
que le ofrece tu aliento, tierno alivio a mi dolor.
Deja que me figure que un día no lejano,
el roce de tu mano
mi faz ha de sentir
y que tus dulces labios
se posen en mi frente,
para hacer más ardiente
mi fe en el porvenir.

Ya he roto aquella carta en la que me decías
que nunca volverías a darme tu querer;
la he roto porque pienso que este cariño mío
perdonará el desvío de tu alma fría y cruel.
La idea que tú llevas me asalta a cada instante
y ansioso y tremulante te espero sin cesar
y espero que tú vuelvas, porque te quiero tanto
que no puedo en el llanto mi consuelo calmar.

Añorando
L. C. Spinetto

Felices horas que ya pasaron,
horas felices de dulce amor,
cuando era joven y se llenaba
de ensueños tiernos mi corazón.
Felices horas que ya pasaron,
novias que el tiempo pudo borrar,
y hoy es tristezas hondas
trucáronse las flores de mi ilusión

Hoy que todo lo he perdido
y vivo enfermo de amor,
aun la amorosa esperanza
acaricia mi dolor,
y se entreabren en mi vida
las flores de mi ilusión,
y se llena de consuelo y fervor
mi fiel corazón.

Amadas novias que ya pasaron
llorando ese instante de dulce amor,
todo en las sombras de mis pesares
todo ya todo mustio quedó,
hoy solo tengo cruentas torturas,
solo torturas y hondo dolor,
mas el consuelo no me abandona
y endulza mi aflicción.

Hoy que todo lo he perdido
y vivo enfermo de amor,
aun la amorosa esperanza
alivia ya mi dolor,
y se entreabren en mi vida
las flores de la ilusión
y se llena de consuelo y fervor
mi fiel corazón.

Añoranzas
J. M. Aguilar

El cierzo helado mato las flores,
que florecieron con mi rosal
y de los tiempos de mis amores
solo y desierto esta el barandal.

Esta en el patio la misma fuente
que mis canciones logro escuchar
pero a su vera, con voz doliente,
el cruel invierno viene a cantar.

Las golondrinas que ayer tejieron
su amante nido, lleno de amor,
se consultaron y ya se fueron
hacia otros climas de mas calor.

Los copos blancos van sepultando
todo lo hermoso, todo el amor
y ya en las almas esta cantando
la musa triste de mi dolor.

Pero el invierno con sus tristezas
pronto el reinado terminara...
vendrán de nuevo esas bellezas
y el mundo entero feliz reirá.

El alma mía flor delicada
no ha sucumbido ante el dolor,
porque se sabe de ti adorada,
porque la cuida siempre tu amor.

Apure, Delantero Buey!
A. Lepera y C. Gardel

Recitado

"Siga la huella, viejo buey.
No se me achique... Vamos!"

Cantado

Quisiera ser golondrina,
quisiera ser golondrina
que vuela cortando el viento
para ir ansioso y decirle
que es mío su juramento.

"Vamos, Picardía... Ya vamos llegando!"

Me ofrece la mañanita,
me ofrece la mañanita
el perfume de sus flores.
Pero mi criolla es más linda,
y sus ojos son dos soles.

"Vamos, Zaino!
que tu apuro lo pagará mi china
con una caricia...

"Ajajajá! Lindo no más.
Bueno.. Por ahí no más, viejo buey,
ya estamos".

Aquel cuartito de la pensión
C. M. Viale y R. Los Hoyos

Hoy que volvés derrotado
de París la ciudad bruja,
desecha como una burbuja
aquella loca pasión.
Porque sufrís también esa tortura
y que por vos lloró mi corazón,
yo quiero ser para tu noche oscura
la lucecita de otra ilusión.

Aquel cuartito de la pensión
que en otros tiempos nos vio llegar,
después del beso en que el amor unía
por siempre el ansiado calor de hogar.
Si vos lo vieras, mudo y tristón
y cual queriendo también penar.
Ya no se emplicha con el oro del día,
ni vibra con las dianas de tu zorzal.

Francesa que no te quiso…
con este amor de porteña
que da al hombre que ella sueña,
su vida, su alma y su fe,
te vi volver después de tu aventura
la tentación vulgar del cabaret;
y hoy quiero ser para tu noche oscura
la lucecita de otra ilusión.

Volvé muchacho, volvé a mi amor,
porque ninguno te endulzará
como esta criolla que en su ilusión metía
la esperanza bendita de ser mamá.
Y aquel cuartito de la pensión
de veras Negro, no te va a alegrar
y no sembrando con el oro del día
mientras tu diana entona, aquel zorzal.

Aquel muchacho triste
J. De Grandis

Llegaste a este barrio aquella tardecita
trayendo tu alegría como una bendición,
y nuestra muchachada, al verte tan bonita,
retuvo en sus pupilas tu mágica visión.
Los mozos más apuestos, tenorios insinuantes,
vertieron en tu oído ternuras sin igual,
ni te faltaron cartas rimadas y galantes
desde el vulgar versito al fino madrigal.

Y en las noches silenciosas,
al pie de tu humilde reja,
un cantor alzó las quejas
de sus penas angustiosas,
y su amoroso lamento
iba volcando en el viento
sus palabras armoniosas,
mientras que el grito de su alma
no hería la dulce calma
de la dueña de su amor.

También vos palpitaste y un día conociste
la dicha más suprema: sentir una pasión.
Y aquel muchacho bueno... tan pálido... tan triste...
quién sabe con que frase gano tu corazón!
Y viendo que hoy te casas, el barrio entristecido
presiente que otra piba más linda no ha de hallar,
y aquellos que te adoran, al ver que te han perdido,
quién sabe cuantas veces tu ausencia han de llorar.

Aquel tapado de armiño
M. Romero y E. Delfino

Aquel tapado de armiño
todo forrado en lamé
que tu cuerpito abrigaba
al salir del cabaret,
cuando pasaste a mi lado
prendida a tu gigoló,
aquel tapado de armiño
cuanta pena me causo.

Te acordas... era el momento
culminante del cariño,
me encontraba yo sin vento,
vos amabas el armiño.
Cuantas noches, tiritando
los dos, junto a la vidriera,
me decías suspirando:
ay, mi amor, si vos pudieras...
Y yo, con mil sacrificios,
te lo pude al fin comprar;
mangué amigos, vi usureros
!y estuve un mes sin fumar!

Aquel tapado de armiño
todo forrado en lamé
que tu cuerpito abrigaba
al salir del cabaret,
me resulto, al fin y al cabo,
más durable que tu amor:
!el tapao lo estoy pagando y tu amor ya se acabo!

Te acordás... era el momento
culminante del cariño,...

Aquella cantina de la ribera
J. González Castillo y C. Castillo

Brillando en las noches del puerto, desierto,
como un viejo faro, la cantina esta,
llamando a las almas que no tienen puerto
porque han olvidado las rutas del mar...

Como el mar, el humo de nieblas la viste,
y envuelta en la gama doliente del gris
parece una tela, muy rara y muy triste,
que hubiera pintado Quinquela Martín...
Rubias mujeres de ojos de estepa,
lobos noruegos de piel azul,
negros grumetes de la Jamaica,
hombres de cobre de Singapur...

Todas las pobres barcas sin rumbo,
que hacia las playas arroja el mar,
bajo los cuatro vientos del mundo
y en la tormenta de una Jazz Band...

Pero hay en las noches de aquella cantina,
como un pincelazo de azul en el gris,
la alegre figura de una ragazzina,
más brava y ardiente que el ron y que el gin...

Más brava cien veces que el mar y que el viento,
porque en toda ella como un fuego son,
el vino de Capri y el sol de Sorrento,
que quema en sus ojos y embriaga en su voz...

Cuando al doliente compás de un tango,
la ragazzina suele cantar,
sacude el alma de la cantina
como una torva racha del mar...

Y es porque saben aquellos lobos,
que hay en el fondo de su canción,
todo el peligro de las borrascas
para la nave del corazón.

Aquella noche
C. A. González y J. Caro

De aquella noche de amor,
la rubor querías ocultar.
Tu pasión la rama abrasadora,
quedó en tu pecho y la incendié.
Mas no en tu boca al besar,
viviese ya
tus labios de coral.
Y el amor contuvo su reproche;
triste noche,
noche ideal.
Para el "rire" y "redere"
se ofuscó también tu corazón
al ponerme después
un precio a tu pasión
mujer sin corazón.
No te puedo olvidar,
¡miénteme como ayer, rubor!
porque quiero recordar,
aquella noche de amor.
De aquella noche, mujer,
quedó el placer;
fuistes mercado gris.
Quiero hablar,
a ver si te avergüenzas de tus pecados
diosa gentil.
Perdono tu desliz
ser feliz y así cuando el rubor
y tu mirar
me envuelvo en el reproche
de aquella noche de intenso amor.
Para el "rire" y "reder"
se ofuscó también tu corazón
al ponerme después un precio a tu pasión
mujer sin corazón.
No te puedo olvidar,
miénteme como ayer, rubor,
porque recordar aquella noche de amor.

Aquella palomita
N. Rossi

La yerbecita que el atesora
juntito al río del Uruguay
un proletario remansa sola
que van bajando del Paraguay.
Y en la ribera toda cubierta
forma de lujo
entona así
con hojas secas
y ramas muertas
cuyo color
es el verde gris.
Laraila la ra laraila la ra.
Laraila la ra laraila la ra.
En la totora
que el rancho fuerza
que congelada que el viento está,
una paloma de la otra orilla,
que pobrecilla quiere volar;
y entre quejidos y entre tormentos
en vil pretende
con ímpetu
sus tiernas alas
cortar los vientos
que la marea su cobertud .
Laraila la ra laraila la ra.
La palomita que ya se ha muerto
quedó enterrada con devoción
en la ribera del triste puerto
cuyo viajero es el corazón.
Y la mortaja que la cubriera
por vez postrera
se oscureció,
guardando duelos
bajo la tierra
por la paloma que se murió.
Laraila la ra laraila la ra.

Aquellas cartas
J. Ghirlanda y R. Maida

Igual que las estelas, que siguen las naves
yo marcharé constante detrás de tu querer,
mi amor es todo tuyo, muy tuyo, bien lo sabes
y por mi madre juro, que eterno habrá de ser...
No olvides que te quiero, ni dejes de quererme
ya sabes cuanto sufro si estás lejos de mí,
recibe muchos besos y ven prontito a verme
¡Son frases que tu pluma ha escrito para mí!

Carillas azules, pálidas y rosas
donde rezan cosas que hoy no puedo creer
jirones herejes, del sutil emblema
que flameó al poema del primer querer.
Frases primorosas que evocan rubores
y entonan amores que sintió mi ayer
esquelas que otrora fiaban sonrojos
y hoy nublan mis ojos si las vuelvo a leer.

Y yo, como los fieles que adoran a su Cristo,
con tanto sacro celo tu imagen adoré
que mi alma al fin de darte la dicha que aun persisto
te coronó la virgen de mi perenne fe:
Más hoy cuando en los brazos del otro amor dichoso
te entregues extasiada de dicha y de placer,
no olvides que en silencio, con los ojos llorosos,
me abrazo a aquellas cartas, creyéndoles tu ser.

Aquellas farras
E. Cadícamo y R. Firpo

Tiempos viejos y compadres
de mi vida parrandera
que ya no volverán
mis años a gozar.
Qué habrá sido de esa barra,
bravucona y pendenciera,
que tanto dio que hablar
por su guapear?

Adiós, amigos de entonces,
ya estamos lejos de tanto andar...

Marcando una candombeada
fue luciendo medialunas
y entre cortes y quebradas
iba el tango provocador...
Enaguas almidonadas
y taquitos militares...
Ay, bailes de mis andares!...
Hoy los evoco con gran dolor...

Siglo de oro de ese tiempo
en que el ñato Monteagudo,
borracho de pernod,
se quiso suicidar...
Y del Loco Puentecito...
Y del zurdo Altamirano...
No los he vuelto a ver.
Dónde andarán?

Araca, corazón
A. Vaccarezza y E. Delfino

Araca, corazón, callate un poco,
y escuchá, por favor, este chamuyo,
si sabés que tu amor es todo tuyo
y no hay motivo para hacerse el loco.
Araca, corazón, callate un poco.
Así cantaba
un pobre punga
que a la gayola
por culpa de ella
fue a descansar
mientras la paica
con sus donaires
por esas calles de Buenos Aires
se echó a rodar.

Mas, como todo se acaba en esta vida,
una tarde salió de la prisión
y al hallarla le dijo el pobre punga:
volvé de nuevo al nido, por favor.

Volver no puedo,
dijo la paica,
el amor mío
ya se acabó.
Pasó una sombra,
sonó un balazo,
cayó la paica
y una ambulancia
tranquilamente
se la llevó.

Y nuevamente en las horas de la noche,
cuando duerme tranquilo el pabellón,
desde la última celda de la cárcel,
se oye cantar al punga la canción:

Araca, corazón, callate un poco,
y escuchá, por favor, este chamuyo,
si sabés que tu amor nunca fue tuyo
y no hay motivos para hacerte el loco.
Araca, corazón, callate un poco.

¡Araca la cana!
M. Roda y E. Delfino

Araca la cana,
ya estoy engriyao.
Un par de ojos negros me han engayolao;
ojazos profundos, oscuros y bravos,
tajantes y fieros, hieren al mirar
con brillo de acero, me van a matar;
de miedo, al mirarlos, el cuore me ha fayao.
Araca la cana... Ya estoy engriyao.

Yo que anduve entreverao
en mil y una ocasión,
y en todas he guapeado;
yo que al bardo me he jugao
entero el corazón,
sin saco ni cuidado,
como un gil vengo a ensartarme;
si es pa' creer en cosa 'e Dios
que al guapo más capaz
le falle el corazón.

¡Araca París!
C. C. Lenzi y R. Collazo

Piante de Puente Alsina para Montmartre,
que todos me batian p'engrupir.
Tenés la pinta criolla, p'acomodarte
con la franchuta vieja que va al dancing.

Que haces en Buenos Aires, no seas otario
amura esas milongas del Tabaris,
con tres cortes de tango sos millonario,
morocho y argentino, rey de Paris.

Araca Paris, salute Paris,
raja de Montmartre, piantate infeliz.
Franchutas cancheras, que vas a engrupir.
Venite pa'l barrio y tendrás milongas,
milongas ligeras que saben amar.

Araca Paris, salute Paris,
raja de Montmartre, piantate infeliz.
Agarre tren de lujo, loco e'contento,
bonsoir petit, je t'aime, tu es mon coco.

Con una gorda tuerta, con mucho bento,
que no me dio ni medio y me amuro.
Tire la bronca y guapo, p'a darme corte,
un tortazo en su ñata se le incrusto.
Comisaría, jueces y el pasaporte,
y termino mi vida de gigolo.

Araca Paris, salute Paris,
raja de Montmartre, piantate infeliz.
Araca Paris, salute Paris,
raja de Montmartre, piantate infeliz.
Franchutas cancheras, que vas a engrupir.
Venite pa'l barrio y tendrás milongas,
milongas ligeras que saben amar.

Araca Paris, salute Paris,
raja de Montmartre, piantate infeliz.

Argentina
V. Greco

Argentina, patria amada, desde lejos,
con profunda y reverente devoción,
te saludo conmovido, y de mi pecho
protesta dulce mi nostálgica canción.

Patria, tierra adorada,
patria, con gran amor,
patria, daría la vida
por tu firmeza y por tu honor.

Patria de mis amores,
patria de mi ilusión,
patria, humildemente
hoy te ofrezco mi corazón.

Argentina, patria amada, eres grande
por tu historia, por tu suelo, por tu acción...
Te saludo reverente, y de mi pecho
protesta dulce mi patriótica canción.

Patria del alma mía...
Patria, perla del Sur...
Patria, yo te venero
y te admiro por tu virtud.

Aromas
O. Fresedo y E. Fresedo

En mi pecho anida una pena
que no sé del todo explicar,
sólo siento que corre serena
una vida que pasa y se va.
Como aromas deja el pasado
de otro tiempo que fue mejor,
y ese sueño de niño dorado
vio lo cierto cuando despertó.

Es el recuerdo de ayer
que me invita a pensar,
porque palpito en él:
las aventuras de amor,
el colegio, el placer
que hallaba juguetón.
Y de las flores de casa
aquel perfume embriagador
ya no siente el que pasa
porque fue el tiempo
quien lo llevó.

Cuando tu mente vuelva
a los años que se van,
siempre verá la huella
con antojo de llorar.

¡Cuántas las ilusiones!...
¡Cuantas mi alma vio pasar,
y ellas están entonces
casi borradas porque se van!

Aromas del Cairo
J. M. Aguilar

Llega hasta mí aquel suave perfume,
esencia de un país encantador,
que me estremece el alma y me recuerda
los goces de aquel viaje seductor.
Los ojos de una linda circasiana
inundaron de amor todo mi ser
y en sus divinos brazos he sentido
la dicha del amor y del placer.

Tañidos de guzla los aires llenaban,
mi hermosa sultana romance cantaba;
desde un pebetero, como un espiral,
surgía la mirra, perfume oriental.

De aquella muchacha radiante y hermosa,
ni un solo recuerdo logré conservar,
no supe siquiera qué nombre tenía,
ni cómo, tampoco, volverla a encontrar.
Pero cuando en noche cálida y galana,
aspiro un perfume sutil y sensual,
entonces me acuerdo de la circasiana
que me amó en silencio, al uso oriental.

Arrabal amargo
C. Gardel y A. Lepera

Arrabal amargo
Metido en mi vida
Como una condena
De una maldición,
Tus sombras torturan
Mis horas de sueño,
Tu noche se encierra
En mi corazón
Con ella a mi lado
No vi. tus tristezas,
Tu barro y miseria,
Ella era mi luz
Y ahora vencido
Arrastro mi alma,
Clavado a tus calles
Igual que a una cruz.

Rinconcito arrabalero
Con el toldo de estrellas
De tu patio que quiero
Todo, todo se ilumina
Cuando ella vuelve a verte,
Y mis viejas madreselvas
Están en flor para quererte
Como una nube que pasa,
Mis ensueños se van,
Se van, no vuelven más.

No digas a nadie
Que ya no me quieres,
Si a mí me preguntan
Diré que vendrás
Y así cuando vuelvas
Mi almita te juro
Los ojos extraños
No se asombrarán
Verás como todo
Te esperaba ansioso
Mi buena casita
Y el lindo rosal,
Y como de nuevo
Alivia sus penas
Vestido de fiesta
Mi viejo arrabal.

Arrabalero
E. Calvo y O. Fresedo

Soy la pebeta mas rechiflada
que en el suburbio pasó la vida;
soy la percanta que fue querida
de aquel malevo que la amuró.
Soy el orgullo del barrio entero,
tengo una fe que es mi ilusión,
pues soy criolla, soy milonguera,
quiero a mi hombre de corazón.

En un bulín mistongo
del arrabal porteño,
lo conocí en un sueño,
le di mi corazón.
Supe que era malevo,
lo quise con locura,
sufrí por su ventura
con santa devoción.
Ahora, aunque me faje,
purrete arrabalero,
ya sabe que lo quiero
con toda mi ilusión,
y que soy toda suya,
que suyo es mi cariño,
que nuestro será el niño
obra del metejón.

Por ser derecha tengo un machito
arrabalero de Puente Alsina;
se juega entero por esta mina
porque la sabe de corazón.
Pero si un día llega a engañarme
como hacen otros con sus mujeres,
esta percanta que ríe y canta
llorara sangre por su traición.

As de cartón
J. M. González Prado, L.Viapiana y R. Aubriot Barboza

Contando sus proezas en un boliche
un guapo que de grupo se hizo cartel,
a giles engrupía pa' chupar de ojo
son famosas hazañas que no eran de él.
Conocedor de frases y de modales
de la jerga fulera del arrabal
les contaba combates fenomenales
en que siempre jugaba rol principal.

Pero cayó una noche un veterano
cuando éste hacía los cuentos de folletín
y arrancó la careta al falso guapo
dejándole la propia de malandrín.
"Vos cebabas el mate en una timba
que en la cueva tenía don Melitón
y fuiste mandadero e' los cafiolos
y venís áhura a contarla de gran matón".

"Te llamaban el ganso porque de otario
tenías bien ganada tu credencial
y tu chanza mejor fue aquel prontuario
por ladrón de gallinas en un corral".
Y a rematar la suerte cayó al boliche
la mujer del famoso as de cartón
y diciéndole "fiera, rajá pa' adentro,
barreme bien la pieza! cuidá el buyón."

Hablado:

Y el que contaba sus hazañas entre infelices
de reñidas peleas que dominó
murmurando entre dientes refunfunea:
"ya no habemos más guapos, viejo...
qué le vas a hacer!
Todo acabó!

Así canto yo
G. de Leone y F. E. Méndez

Como a una herida sangrienta
de una feroz puñalada
y que en mi ser se alimenta
para que siempre la sienta
y nunca quede cerrada.
Así el recuerdo prendido
de nuestro amor me quedó
y si me echaste al olvido,
no sé si te habrán querido
como te quise yo.

Suena campanita misteriosa,
vuelve tu tañido a repetir,
como la noche amorosa
que entre doliente y quejosa
no me dejaba partir…
Noche, que aun recuerdo soberana
cuando el reloj tocó las diez,
desde la torre cercana
gimiendo a una patria lejana
marchaba poco después.

Y así marché vagabundo
por estas tierras sin calma,
llevando siempre en el mundo
como un recuerdo profundo,
tu imagen dentro de mi alma.
Tu imagen que si supieses
por que santa, la remplacé
y que aunque tu no creyeses,
por adorarte mil veces
lo de ella sacrifiqué.

Y eso, que sacrílego vendía
todo por querer mi corazón,
en tu homenaje lo hacía
porque sino, no tendría
para mi falta el perdón.
Pobre viejecita encanecida
dame tu perdón si te ofendí,
tú que eres buena y sentida
para que nunca en la vida
se olvide, madre, de ti.

Asómate a la ventana
J. Ricardo

Asómate a la ventana,
para que mi alma no pene (bis);
asómate que ya viene,
la luz de fresca mañana (bis);
asómate, y si te miro,
mi ardiente amor te confieso
en los rumores de un beso
y en el vaivén de un suspiro (bis).

Sabrás que guardo un tesoro
para ti, dentro del pecho (bis);
levántate de tu lecho
y sabrás cuanto te adoro (bis);
las calles están desiertas,
las brumas vagan perdidas
y están las aves dormidas,
y las estrellas despiertas (bis).

Atardecer
A. C. Herschel

Ya la tarde declinaba,
en el lejano horizonte.
Junto al picacho de un monte,
Junto al picacho de un monte
suave el sol se desmayaba.
Dicen los de esta payada
que se había quedao atrás;
de la hacienda montaraz
apenas se oía el bufido,
y al rato quedó dormido,
y al rato quedó dormido
el campo en silencio, en paz.
Del alfalfado tapiz
percibíase el aroma
y silbando por la loma,
y silbando por la loma
iba inquieta una perdiz.
De su cueva salió el cui
en camino al cajonal ,
y con su calma habitual
un buey descansaba echao,
como si hubiese encontrau,
como si hubiese encontrau
la piedra filosofal.
Ya la noche se venía,
paso a paso, lentamente,
silenciosa y elocuente,
silenciosa y elocuente
como la tristeza mía.
Al rato ya se veía
temblando dentre el montón
y como improvisación
de su nacarada cuna,
brilló tranquila la luna,
brilló tranquila la luna
lo mesmo que un mancarrón.

Aunque me cueste la vida
F. Pracánico

Aunque me cueste la vida,
la quiero volverte a ver
Aunque me cueste la vida,
la quiero volverte a ver;
pa recordarte malita,
cuando me quisiste ayer;
aunque me cueste la vida
la quiero volverte a ver.
No seas mala, no me dejes
solito con mi dolor.
No seas mala, no me dejes
solito con mi dolor.
Y no quiero que me dejes
¿por qué no volvés mi amor?
no seas mala no me dejes
solito con mi dolor
Volvé que el rosal del patio
de pena no ha dado flor
es que recuerda tu olvido
y se muere sin tu amor
Volvé que el rosal del patio
de pena no ha dado flor.

Ausencia
F. Bianco, C. Gardel y J. Razzano

Desvelado tu ausencia me tiene,
padeciendo, mi amor sin cesar,
y tu nombre, a mi memoria viene,
recordándome más mi penar.

Es en vano llorar,
nada calma el dolor.
Que atormenta mi ser abatido,
destrozando mi fiel corazón.

Vuelve pronto mitiga el quebranto,
que tu ausencia, me mata ¡hay de mí!
nadie seca el afligido llanto,
que mis ojos derraman por ti.

Vago errante sin fe,
desafiando el dolor,
sin tener más amparo que el cielo
y esperando que vuelva mi amor.

Mi pasión era tierna y es tierna,
y tú en cambio no sabes querer,
¿qué motivo te he dado alma mía,
para hacerme así padecer?.

Es en vano llorar,
nada calma el dolor,
que atormenta, mi ser abatido,
destrozando mi trono de amor.

Ave cantora
E. Cárdenas y R. Rossi

Junto a mi ventanal
no vengas a cantar,
porque un perdido amor
me ha desolado.
Y si me ves sufrir,
no te acerques a mí,
porque me harás vivir
enamorado.
Cantorcita de mi vida,
cuanto te siento,
por tu dulzura,
mi pensamiento,
ensayando mis cantares,
vuelca a millares
sublimes notas, dulces de amor.
Avecita cantora, al trinar
de tu voz que consuela el penar
del amor que en mi pecho murió,
lo mismo que una flor
que lleva el vendaval.
Mi cariño fue aquella mujer,
que en la vida cantó para mí
y en sus voces de arrullos oí
que alzaba su canción
lo mismo que un zorzal.
La dicha deshojé
con la profunda fe
que puse en el querer
de un grande anhelo.
Y nunca iba a pensar
que pudiera llorar
cuando la vi volar
como ave al cielo.
Avecita encantadora,
que entre las flores
como yo un día
buscas amores.
Volando por los caminos
deja sus trinos
por si algún día pasa mi bien.
Avecita cantora, al trinar,
de tu voz que consuela al pensar
del amor que en mi pecho murió
lo mismo que una flor
que lleva al vendaval
Mi cariño fue aquella mujer,
que en la vida cantó para mí
y en sus voces de arrullos oí
que alzaba su canción
lo mismo que un zorzal.

Ave sin rumbo
C. Gardel, J. Razzano y E. Cárdenas

Siempre se ve solitario pasar
a un hombre que en la calle,
lleva escrito el dolor
y el mirar tan rudo de su ser
me ha hecho confrontar
en su desdicha su amor.

Pues lo sentí muchas veces gemir
y angustiado decir su desesperación
y tal vez por su melancolía
él repetía esta canción:

Doy al viento los dolores
que en la vida recogí,
porque han muerto los amores
que tuve dentro de mí.

Ella de blanco vestida
entró a la iglesia con él
y yo con el alma herida
sollozando me quedé.

Cuando la vi a mi lado pasar,
las lagrimas rodar por mi cara sentí,
no pensé que pudiera tener
para otro más querer que el que ella me tuvo a mí.

Amor traidor, amor loco y banal,
yo quisiera olvidar que me has hecho traición,
que ya en mí la ternura se ha muerto
y tengo yerto mi corazón.

Yo voy rodando, voy rodando
por las huellas del pesar
y ella acaso está gozando
de haberme hecho tanto mal

Y ya que mi mala estrella
me conduce al padecer.
Para no acordarme de ella
mi cariño sepulté.

Siempre se ve solitario pasar
a un hombre que en la calle
lleva escrito el dolor
y el mirar tan rudo de su ser
me ha hecho confrontar
en su desdicha su amor.

Pues lo sentí muchas veces gemir
y angustiado decir su desesperación
y tal vez por su melancolía
él repetía esa canción.

¡Ay Aurora!
A. Le Pera y C. Gardel


Ay Aurora me has echado al abandono
yo que tanto y que tanto te quería
mi primera traición me da el olvido
ay Aurora si te amo todavía.

Yo no puedo castigarla como debo esa falsía
castígala Señor con toda tu energía
que sufra mucho pero que nunca muera
ay Aurora si te amo todavía.

¡Ay... Ay... Ay...!
O. Pérez Freyre

Asómate a la ventana,
ay... ay... ay...
paloma del alma mía

Que ya la aurora temprana,
nos viene a anunciar el día.
que ya la aurora temprana,
ay... ay... ay...
nos viene a anunciar el día.

Si alguna vez en tu pecho,
ay... ay... ay...
mi cariño no lo abrigas. (bis)

Engáñalo como a un niño,
pero nunca se lo digas
engáñalo como a un niño,
ay... ay... ay...
pero nunca se lo digas.

El amor mío se muere,
ay... ay... ay...
y se me muere de frío (bis)

Porque en tu pecho de piedra,
tú no quieres darle abrigo
porque en tu pecho de piedra,
ay... ay... ay...
tú no quieres darle abrigo.

Ay... ay... ay...
Ay... ay... ay..

¡Ay, Elena!
J. Razzano y C. Gardel

Altosa un día por entre los rosales
Hermoso cerro de Santa Lucía
Hay un jilguero
picando una flor
al abrir el día
lo vimos los dos.
¡Ay Elena del alma, por Dios te lo pido
me des, una rosa,
me des un clavel!
El pájaro canta,
el ave sonríe;
y el árbol se mece con suave armonía,
ese hermoso árbol
tupido de aroma;
el pájaro canta;
se asoma la aurora.
¡Ay Elena del alma, por Dios te lo pido
me des, una rosa,
me des un clavel!
Las flores más lindas
del jardín florido
que adejeré
nacieron en tiempos felices.
Por fin el destino
vino a deshojar
las hermosas flores
de un bello jardín.
¡Ay Elena del alma por Dios te lo pido
me des una rosa
me des un clavel!
¡Ay Elena del alma por Dios te lo pido
me des una rosa
me des un clavel!

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